Página 169 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 7 (1998)

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Las casas editoras en los campos misioneros
Hay mucho que hacer en cuanto a establecer centros de nues-
tra obra en campos nuevos. En muchos lugares deben establecerse
imprentas misioneras. En relación con nuestras escuelas de las mi-
siones, debe haber medios de imprimir publicaciones y de preparar
obreros en esta actividad. Donde se están preparando personas de
diversas nacionalidades, que hablan diferentes idiomas, cada una
debe aprender a imprimir en su propia lengua, y también a traducir
del inglés a esa lengua. Y mientras está aprendiendo el inglés, debe
enseñar su idioma a los alumnos de habla inglesa que necesiten
adquirirlo. De esta manera algunos de los estudiantes nacidos en
el extranjero podrían sufragar los gastos de su educación; y po-
dría prepararse obreros que prestarían valiosa ayuda en la empresa
misionera.
En muchos casos la obra de publicación tendrá que iniciarse en
pequeña escala. Tendrá que contender con muchas dificultades y
seguir adelante con pocos recursos. Pero nadie debe desanimarse por
causa de esto. El método del mundo consiste en empezar su obra con
pompa, ostentación y jactancia; pero todo esto fracasará. La manera
de Dios consiste en hacer que el día de las cosas pequeñas sea el
comienzo del triunfo de la verdad y de la justicia. Por esta razón
nadie necesita regocijarse por un comienzo próspero, ni abatirse por
la debilidad aparente. Dios es para sus hijos riqueza, plenitud y poder
cuando ellos miran a las cosas invisibles. Seguir sus indicaciones es
escoger la senda de la seguridad y del verdadero éxito. “Esta es la
victoria que vence al mundo, nuestra fe”.
1 Juan 5:4
.
El poder humano no estableció la obra de Dios, ni puede destruir-
la. Dios concederá la dirección constante y la custodia de sus santos
ángeles a aquellos que llevan su obra adelante frente a dificultades
y oposición. Nunca cesará su obra en la tierra. La edificación de su
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templo espiritual irá adelante, hasta que esté completo, y la piedra
angular será colocada con aclamaciones: “Gracia, gracia a ella”.
Zacarías 4:7
.
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