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Testimonios para la Iglesia, Tomo 7
contra la tentación; no serán vencidas con facilidad. Con la bendición
de Dios, tales caracteres son portaluces; su influencia contribuirá a
formar obreros que sean creyentes prácticos.
Los miembros de la iglesia, llenos del amor de Cristo por las
almas, conscientes de sus privilegios y de las ocasiones que se les
presentan, pueden ejercer sobre la juventud de nuestras instituciones
una influencia inestimable para el bien. Su ejemplo de fidelidad
en el hogar, en los negocios y en la iglesia; su bondad y cristiana
cortesía, así como un interés verdadero por el bienestar espiritual
de la juventud, contribuirán mucho a modelar el carácter de estos
jóvenes para servir a Dios y a sus semejantes en esta vida y en la
venidera.
Deberes de la casa editorial hacia la iglesia
Así como la iglesia tiene una responsabilidad hacia la casa edi-
torial, ésta la tiene también para con la iglesia. La una debe sostener
a la otra.
Los que ocupan puestos de responsabilidad en las casas editoria-
les no deben dejarse absorber por el trabajo a tal punto que no les
quede tiempo para ocuparse en las cosas espirituales. Si este interés
se mantiene muy vivo en la casa editorial, ejercerá una influencia
poderosa en la iglesia; y si es vivo en la iglesia, se hará sentir con
fuerza en la casa editorial. La bendición de Dios descansará sobre
la obra si es dirigida de tal manera que las almas sean conducidas a
Cristo.
Todos los obreros de nuestras casas editoriales que profesan el
nombre de Cristo, deben ser activos en la iglesia. Es de esencial
importancia para su vida espiritual que aprovechen todo medio de
gracia. Ellos obtendrán fuerza, pero no permaneciendo como espec-
tadores, sino haciéndose obreros. Cada uno deberá estar inscrito en
algún grupo que realice un trabajo regular y sistemático en relación
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con la iglesia. Todos deben comprender que tal es su deber como
cristianos. Por sus votos bautismales se comprometieron a hacer
todo lo que está en su poder para edificar la iglesia de Cristo. Mos-
tradles que así lo exige su amor a Dios y su lealtad hacia su Redentor,
hacia el ideal de la humanidad verdadera, hacia la institución para la
cual trabajan. No pueden ser siervos fieles de Cristo, no pueden ser