El peligro de las malas lecturas
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que sirven a Dios no debieran gastar tiempo ni dinero en lecturas
livianas. ¿Qué es la paja comparada con el grano?
No tenemos tiempo para las diversiones frívolas ni para satisfa-
cer nuestras tendencias egoístas. Es tiempo de que nos ocupemos en
cosas y pensamientos serios. No podemos contemplar el sacrificio
y la abnegación del Redentor del mundo, y seguir hallando placer
en las cosas livianas, en las bromas e insensateces. Necesitamos
grandemente una experiencia práctica de la vida cristiana. Nece-
sitamos formar nuestro espíritu teniendo en vista la obra de Dios.
Nuestra experiencia religiosa queda determinada en gran medida por
el carácter de los libros que leemos en nuestros momentos libres.
Si amamos las Escrituras, si las escudriñamos cada vez que
tengamos ocasión de hacerlo, para enriquecernos con los tesoros
que contiene, podemos tener la seguridad de que Jesús nos atraerá
hacia él.
“Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas
sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los ru-
dimentos del mundo, y no según Cristo. Porque en él habita corpo-
ralmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos
en él, que es la cabeza de todo principado y potestad”.
Colosenses
2:8-10
.
No podemos ser completos en Cristo si estamos dispuestos a
recibir las cosas que provienen de los hombres llamados grandes,
y poner su sabiduría por encima de la del mayor ‘Maestro que el
mundo haya conocido jamás. Buscar conocimientos en tales fuentes,
es querer beber en una cisterna resquebrajada que no puede retener
el agua.
Sea la verdad de Dios el objeto de nuestra contemplación y
meditación. Leamos la Biblia y considerémosla como la voz de Dios
que nos habla directamente. Hallaremos entonces una inspiración y
una sabiduría que provienen de Dios.
* * * * *
La adquisición de un gran número de libros de estudio interpone
demasiado a menudo entre Dios y el hombre un montón de conoci-
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mientos que debilitan la mente y la hacen incapaz de asimilar lo que
ya recibió. La mente se torna dispéptica y llega a desecharlo todo. El