Página 21 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 7 (1998)

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La obra de salvar almas
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este deseo, les conviene preocuparse por su propia salvación. Oren
ellos por el espíritu de servicio.
¿Cómo puedo glorificar mejor a Aquel a quien pertenezco por
creación y redención? Esta es la pregunta que deberíamos hacernos.
La persona verdaderamente convertida tratará de rescatar con an-
siosa solicitud a los que se hallan todavía bajo el poder de Satanás;
rehusará hacer nada que pudiera estorbarlo en su tarea. Si tiene
hijos, se dará cuenta de que su obra debe comenzar en su propia
familia. Para él, sus hijos son preciosos en gran manera. Al recordar
que son los miembros más jóvenes de la familia del Señor, luchará
denodadamente por colocarlos donde se hallen en el lado del Señor.
Se ha dedicado a servir, honrar y obedecer a Cristo; por lo tanto
realizará esfuerzos pacientes e incansables con el fin de educar a sus
hijos para que nunca sean hostiles hacia el Salvador.
Dios ha colocado sobre los padres y madres la tarea de salvar a
sus hijos del poder del enemigo. Esa es su obra, y no debieran des-
cuidarla por ninguna razón. Los padres que mantienen una conexión
viviente con Cristo no descansarán hasta no ver a sus hijos a salvo
en el redil. Considerarán que ésta es la responsabilidad de su vida.
Padres, no descuiden la obra que les espera en la iglesia de su
propia familia. Este es su primer campo de esfuerzo misionero. El
trabajo más importante que puedan realizar consistirá en colocar a
sus hijos al lado del Señor. Cuando yerren, trátenlos tiernamente,
pero con firmeza. Hagan que se unan con ustedes para oponerse
al mal por medio del cual Satanás trata de destruir las almas y los
cuerpos de los seres humanos. Compartan con ellos el secreto de la
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cruz, ese secreto que para ustedes significa santificación, redención
y victoria eterna. ¡Qué enorme victoria ganarán cuando logren que
sus hijos anden con ustedes en el servicio del Señor!
Si las familias que viven alrededor de ustedes se oponen a la
verdad, luchen por lograr que accedan a las demandas de Cristo. Tra-
bajen paciente, sabia y consideradamente, ganando terreno mediante
la ternura del ministerio del amor. Presenten la verdad de tal manera
que se la vea en toda su hermosura, que ejerza una influencia que
no se pueda resistir. De esa manera se derribarán las murallas del
prejuicio.
Si esta obra se realizara con fidelidad, si los padres y las madres
trabajaran por los miembros de sus propias familias y luego por los