Página 214 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 7 (1998)

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La abnegación
Las leyes del reino de Cristo son sencillas, y sin embargo tan
completas que cualquier adición humana no hará sino crear con-
fusión. Y mientras más sencillos sean nuestros planes de trabajo
al servicio de Dios, tanto mayores serán nuestras realizaciones. La
adopción de planes mundanos en la obra de Dios es una invitación
al desastre y la derrota. La sencillez y la humildad caracterizarán
cada esfuerzo efectivo que se haga para el progreso de su reino.
Para que el Evangelio pueda llegar a toda nación, tribu, lengua,
y pueblo, se necesita practicar el principio de la abnegación. Los
que ocupan posiciones de confianza deben actuar como mayordo-
mos fieles en todas las cosas, protegiendo concienzudamente los
fondos creados por el pueblo. Se debe ejercer cuidado para prevenir
cualquier gasto innecesario. Al levantar edificios y proveer diversas
instalaciones para la obra, debemos cuidar de no hacer planes de-
masiado elaborados que consuman dinero innecesariamente; porque
en cada caso esto significa una incapacidad de proveer medios para
la extensión de la obra en otros campos, especialmente en tierras
extranjeras. No se deben retirar fondos de la tesorería para estable-
cer instituciones en el territorio nacional, a riesgo de debilitar el
progreso de la verdad en las regiones extranjeras.
El dinero de Dios no se debe utilizar solamente en nuestros
territorios, sino también en países distantes, y en las islas de los
mares. Si el pueblo de Dios no realiza esta labor, con toda seguridad
él le quitará el poder que no utiliza adecuadamente.
Hay muchos creyentes que tienen escasamente alimentos pa-
ra sostenerse, y que a pesar de su abyecta pobreza traen diezmos
y ofrendas a la tesorería del Señor. Muchos que saben lo que es
sostener la causa de Dios en circunstancias difíciles y angustiosas,
han invertido medios en las casas publicadoras. Voluntariamente
han soportado penurias y privaciones, mientras han velado y orado
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por el buen éxito de la obra. Sus donativos y sacrificios expresan
la ferviente gratitud de sus corazones por Aquel que los llamó de
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