Página 253 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 7 (1998)

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La obra del ministerio
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esta clase de trabajo. Las finanzas de la causa deben ser manejadas
correctamente por hombres que posean esos conocimientos, pero los
ministros han sido elegidos para realizar una tarea diferente. Que la
atención de los asuntos financieros descanse sobre otras personas
que no hayan sido ordenadas para el ministerio.
Los ministros no deben ser llevados de aquí para allá con el fin
de asistir a reuniones de negocios para decidir cuestiones administra-
tivas comunes. Muchos de nuestros pastores han hecho este trabajo
en el pasado, pero el Señor no desea que se dediquen a esta clase de
labores. Se han colocado sobre ellos demasiadas cargas financieras.
Cuando tratan de cumplir con estas responsabilidades descuidan de
llevar a cabo la comisión evangélica. Dios considera esto como una
deshonra para su nombre.
La gran viña del Señor exige de sus siervos lo que todavía no le
han concedido: un trabajo perseverante y decidido en favor de las
almas. El ministerio se está haciendo débil y enfermizo, y las iglesias
también se han debilitado debido al servicio endeble de ellos. Estos
ministros tienen muy pocas almas convertidas que mostrar como
resultado de sus labores. La verdad no se ha llevado a los lugares
áridos de la tierra. Estas cosas no hacen sino privar a Dios de la
gloria que le pertenece. El necesita obreros que sean productores
además de consumidores.
Se tiene que amonestar al mundo. Los pastores deben trabajar
intensa y piadosamente, abriendo obra en campos nuevos y reali-
zando una labor personal en favor de las almas, en lugar de sólo
dar vueltas alrededor de las iglesias que ya poseen una gran luz y
muchas ventajas.
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