Página 283 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 7 (1998)

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A nuestros pioneros ancianos
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Creador, estaré a su lado y lo guardaré”. Este anciano discípulo tes-
tificó constantemente en favor de su Maestro. Con una voz musical
y en un hermoso lenguaje, hablando de tal manera que impresionaba
a cuantos lo escuchaban, relató las palabras de Cristo y sus obras.
Lo enviaron desterrado a Patmos, pero Cristo lo visitó en su exilio,
y le comunicó las grandes verdades que se hallan en el Apocalipsis.
A medida que los que han gastado sus vidas al servicio de Dios
se acerquen al fin de su historia terrenal, serán impresionados por
el Espíritu de Dios para que relaten las experiencias que han tenido
en conexión con su obra. La historia del maravilloso trato que ha
tenido con su pueblo, de la enorme bondad que ha manifestado al
librarlos de las pruebas, debería ser repetida a los que son nuevos en
la fe. También se deberían relatar las tribulaciones por las cuales han
tenido que pasar los siervos de Dios a causa de la apostasía de los
que una vez habían estado unidos con ellos en la obra, y se debería
explicar la forma como obró el Espíritu Santo para contrarrestar el
efecto de las falsedades dichas contra aquellos que mantenían firme
hasta el fin el principio de su confianza.
Los viejos portaestandartes que todavía viven no deben ser colo-
cados en lugares difíciles. Los que sirvieron a su Maestro cuando el
trabajo era duro, que soportaron la pobreza y permanecieron fieles a
la verdad cuando nuestros Números eran pequeños, siempre deberán
ser honrados y respetados. Se me ha ordenado que diga: que cada
creyente respete a los pioneros ancianos que han soportado pruebas
y tribulaciones y muchas privaciones. Son los trabajadores de Dios
que han desempeñado una parte prominente en la edificación de su
obra.
El Señor desea que los obreros más jóvenes obtengan sabiduría,
fuerzas, y madurez mediante su asociación con los ancianos que
han sido preservados para el bien de la causa. Que los individuos
más jóvenes se den cuenta de que son altamente favorecidos al tener
a tales obreros entre ellos. Muestren un profundo respeto por los
hombres de cabellos canos, que han tenido una larga experiencia
en el desarrollo de la obra. Concédanles un lugar de honor en sus
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concilios. Dios desea que los que han aceptado la verdad en los
últimos años obedezcan estas palabras.
Quiera el Señor bendecir y sostener a nuestros obreros ancianos
y probados. Que él les conceda sabiduría con respecto a la preserva-