Página 45 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 7 (1998)

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La obra en las ciudades
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El Redentor del mundo tuvo muchos oyentes, mas muy pocos
discípulos. Noé predicó durante ciento veinte años a los antedilu-
vianos, y sin embargo muy pocos apreciaron el precioso tiempo de
gracia que se les concedió. Fuera de Noé y su familia, ni uno solo
se unió a los creyentes para entrar en el arca. De entre todos los
habitantes de la tierra, sólo ocho recibieron el mensaje; pero este
mensaje condenó al mundo. La luz fue dada para que los hombres
pudiesen creer; se perdieron porque rechazaron la luz. El mensaje
que damos al mundo será sabor de vida para todos los que lo acepten
y de condenación para todos los que lo rechacen.
El mensajero se volvió hacia uno de los presentes y le dijo:
“Vuestras ideas acerca de la tarea que falta por cumplir son exce-
sivamente estrechas. No debéis encender vuestra luz para ponerla
bajo un almud o una cama; debe ser colocada sobre un candelero, a
fin de que alumbre a todos los que están en el mundo, la gran casa
de Dios. Debéis tener miras más amplias que las que habéis tenido
hasta ahora”.
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