La obra en el gran Nueva York
Santa Helena, California,
1 de septiembre de 1902.
Ha llegado el tiempo de realizar esfuerzos decididos en favor de
la proclamación de la verdad en nuestras grandes ciudades. Se debe
presentar el mensaje con tanto poder que se convenzan los que lo
escuchen. Dios suscitará obreros para que realicen esta labor. Que
nadie estorbe a estos hombres a quienes Dios ha comisionado. No
los impidan. Dios les ha asignado su tarea. Llegarán a ocupar res-
ponsabilidades influyentes y peculiares y proclamarán la verdad en
los lugares menos prometedores. Algunos que antes eran enemigos
de la verdad se transformarán en valiosos colaboradores, y harán
avanzar la obra con sus propios medios e influencia.
En estas grandes ciudades se deberían establecer estaciones mi-
sioneras donde se puedan entrenar obreros para que presenten a
la gente el mensaje especial para este tiempo. Se necesita toda la
instrucción que estos centros misioneros puedan ofrecer.
En Nueva York se comenzó un centro misionero bajo la direc-
ción de Dios. Se debería continuar esta obra con el poder del mismo
Espíritu que nos guió en su establecimiento. Los que tienen que
soportar la responsabilidad del trabajo en el gran Nueva York debie-
ran tener la ayuda de los mejores obreros que pudieran conseguirse.
Establézcase aquí un centro de trabajo para Dios, y que todo lo que
se haga en él constituya un símbolo de la obra que el Señor desea
realizar en el mundo.
Si hombres y mujeres de experiencia pudieran establecer obra
médica misionera en este gran centro, y representar correctamen-
te los verdaderos principios médico misioneros, esto contribuiría
poderosamente a dejar una impresión correcta en el ánimo de la
gente.
En cada ciudad donde se entre se debería colocar un fundamento
sólido sobre el cual se pueda construir un trabajo permanente. Se
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deben seguir los métodos del Señor. El obrero podrá tener acceso a
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