Página 61 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 7 (1998)

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La extensión de la tarea
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Nos acercamos al fin de la historia de esta tierra y los diferentes
aspectos de la obra de Dios se deben llevar a cabo con un sacrificio
personal mucho mayor del que se manifiesta en la actualidad. En un
sentido especial, el trabajo para estos últimos días es una verdade-
ra obra misionera. La predicación de la verdad presente, desde la
primera letra de su alfabeto hasta la última, significa esfuerzo misio-
nero. La obra que se ha de realizar exige sacrificio a cada paso de su
desarrollo. De este servicio altruista los obreros surgirán purificados
y afinados como oro probado en fuego.
La contemplación de las almas que perecen en el pecado debiera
despertarnos a la realización de mayores esfuerzos para llevar la luz
de la verdad presente a los que se hallan en tinieblas y especialmente
a los que habitan en regiones donde hasta ahora se ha hecho muy
poco con el fin de establecer monumentos para Dios. En todas partes
del mundo se debe comenzar una obra que debería haber sido hecha
hace mucho tiempo y se la debe llevar adelante hasta su culminación.
En general nuestros hermanos no se han interesado, como debe-
rían haberlo hecho, por establecer sanatorios en los países europeos.
La obra en estos países se verá confrontada con los problemas más
complejos a causa de las circunstancias que son peculiares a cada
región. Sin embargo, la luz que se me ha dado revela que en ellos se
establecerán instituciones que, aunque sean pequeñas al principio,
crecerán y se fortalecerán bajo la dirección divina.
En cualquier país dónde se establezcan, nuestras instituciones
no deben amontonarse en una sola localidad. Dios nunca quiso que
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la luz de la verdad fuera restringida de esa manera. Por un tiempo se
requirió que el pueblo judío adorara en Jerusalén. Pero Jesús le dijo
a la mujer samaritana: “Créeme que la hora viene cuando ni en este
monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre... La hora viene y ahora es,
cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y
en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le
adoren. Dios es espíritu; y los que le adoran en espíritu y en verdad
es necesario que adoren”.
Juan 4:21-24
. Se debe plantar la verdad
en cada lugar donde se pueda obtener acceso. Se la debe llevar a
las regiones desprovistas del conocimiento de Dios. Los hombres
serán bendecidos con la recepción de Aquel en quien se centran sus
esperanzas de vida eterna. La aceptación de la verdad, tal como se la