Página 89 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 7 (1998)

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Fuera de las ciudades
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¿Por qué se habría de privar a los enfermos de las propiedades
curativas que se hallan en la vida al aire libre? Se me ha mostrado
que si a los enfermos se les estimula a salir de sus habitaciones y a
pasar su tiempo al aire libre, a cultivar flores o a realizar algún trabajo
fácil y agradable, su espíritu se desviará de su persona hacia objetos
más favorables para su curación. El ejercicio al aire libre debiera
prescribirse como una necesidad bienhechora y vivificadora. Cuanto
más se pueda exponer al enfermo al aire vivificante, tanto menos
cuidados necesitará. Cuanto más alegres sean los alrededores, tanto
más henchido quedará de esperanza. Rodead a los enfermos de las
cosas más hermosas de la naturaleza. Colocadlos donde puedan ver
crecer las flores y oír el gorjeo de los pajaritos y su corazón cantará
al unísono con los trinos de las aves. Encerradlos, por el contrario,
en habitaciones, y se volverán tristes e irritables, por elegantemente
amueblada que esté la pieza. Dadles los beneficios de la vida al
aire libre. Elevarán su alma a Dios y obtendrán alivio corporal y
espiritual.
“¡Lejos de las ciudades!” Tal es mi mensaje. Hace mucho que
nuestros médicos deberían haber advertido esa necesidad. Espero
y creo que ahora verán su importancia, y ruego a Dios que así sea.
Se acerca el tiempo cuando las grandes ciudades serán visitadas por
los juicios de Dios. Antes de mucho, esas ciudades serán sacudidas
con violencia. Cualesquiera que sean las dimensiones y la solidez
de los edificios, o las precauciones tomadas contra el incendio, si el
dedo de Dios toca esas casas, en algunos minutos u horas quedarán
reducidas a escombros.
Las impías ciudades de nuestro mundo serán destruidas. Me-
diante las catástrofes que ocasionan actualmente la ruina de grandes
edificios y de barrios enteros, Dios nos muestra lo que acontecerá
en toda la tierra. Nos ha dicho: “De la higuera aprended la parábola:
Cuando ya su rama se enternece, y las hojas brotan, sabéis que el
verano está cerca. Así también vosotros, cuando viereis todas estas
cosas, sabed que el Hijo del hombre está cercano, a las puertas”.
Mateo 24:32, 33
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Los edificios de ladrillo y piedra no son los más deseables pa-
ra un sanatorio, porque generalmente son fríos y húmedos. Podría
argumentarse que los edificios de ladrillo ofrecen una apariencia
mucho más atractiva, y que nuestros edificios deben ser atractivos.