Página 105 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

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El incendio de la Review and Herald
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merezco yo esta lección? ¿En qué sentido he andado contrariamente
a un ‘Así dice Jehová’, para que él tuviera que dirigirme esta lección
a mí? ¿He hecho caso de las advertencias y reprensiones que él ha
enviado, o he seguido yo mis propios caminos?”
Que el Dios que examina los corazones reprenda a los que ye-
rran, y que cada uno se arrodille ante él con humildad y contrición,
poniendo a un lado todo fariseísmo y presunción, confesando y
dejando todo pecado, y pidiendo perdón a Dios en nombre del Re-
dentor. Dice Dios: “Al que a mí viene, no le echo fuera” (
Juan 6:37
),
y los que con sinceridad se presentan ante él serán perdonados y
justificados, y recibirán poder para ser hijos de Dios.
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Ruego que los que se han opuesto a la luz y a la evidencia,
rehusando escuchar las advertencias de Dios, vean en la destrucción
de las oficinas de la Review and Herald una súplica para volverse
a Dios con toda sinceridad de corazón. ¿No se darán cuenta de
que Dios les habla con la mayor seriedad? Él no está procurando
destruir vidas, sino salvarlas. En la reciente devastación, la vida de
los trabajadores fue amablemente preservada para que todos tengan
la oportunidad de ver que Dios los estaba corrigiendo por medio
de un mensaje que venía, no de fuentes humanas, sino del cielo. El
pueblo de Dios se ha apartado de él; no ha seguido su instrucción,
y él se ha acercado a ellos para corregirlos; pero él no ocasionó la
pérdida de vidas. Ni un alma falleció. A todas se les ha permitido
vivir para que reconozcan el Poder que nadie puede negar.
Alabemos al Señor porque la vida de sus hijos fue estimada
ante sus ojos. Pudo haber talado a los trabajadores en medio de su
descuido y autosuficiencia. Sin embargo, ¡no lo hizo! Él dice: “Les
daré otra oportunidad. Permitiré que el fuego les hable y veré si
contravienen lo que en mi providencia he hecho. Los probaré con
fuego para ver si aprenden la lección que deseo enseñarles”.
Cuando el Sanatorio de Battle Creek fue destruido, Cristo se
entregó a sí mismo para proteger las vidas de hombres y mujeres. Por
medio de esta destrucción Dios suplicaba a su pueblo que volvieran
a él. Y por medio de la destrucción de las oficinas de la Review and
Herald, y la protección de vidas, él les suplica por segunda vez. Él
desea que vean que el poder milagroso del Infinito ha sido ejercido
para salvar vidas, para que todo obrero tenga la oportunidad de
arrepentirse y convertirse. Dios dice: “Si ellos se vuelven a mí, les