Página 124 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 8
mundo: a sus hábitos, costumbres y egoísmo. En lugar de llevar al
mundo a rendirle obediencia a la ley de Dios, la iglesia está unién-
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dose más y más de cerca con el mundo en la transgresión. A diario
la iglesia se convierte al mundo. ¿Cuántos cristianos profesos no son
esclavos de las riquezas? El apetito desordenado y el derroche de
dinero para satisfacer deseos egoístas constituyen una gran deshonra
para Dios.
Y por la falta de celo en la promulgación del mensaje del tercer
ángel, muchos otros, aunque no aparentan vivir en transgresión, de
todos modos están ejerciendo su influencia en favor de Satanás tan
seguramente como aquellos que abiertamente pecan contra Dios.
Multitudes de personas perecen, ¡pero cuán pocos se preocupan
por estas almas! Ha caído sobre el pueblo de Dios un estupor, una
parálisis que le impide entender su deber para esta hora.
Cuando los israelitas entraron en Canaán, no cumplieron el pro-
pósito de Dios de tomar posesión de toda la tierra. Luego de haber
hecho una conquista parcial, se establecieron para disfrutar el fruto
de sus victorias. En su incredulidad y amor por la comodidad, se
congregaron en las porciones ya conquistadas, en lugar de marchar
adelante y ocupar nuevos territorios. Así empezaron a apartarse de
Dios. No alcanzaron a llevar a cabo sus propósitos, y por esta razón
le hicieron imposible cumplir en ellos su promesa de bendición.
¿No está la iglesia haciendo la misma cosa hoy? Teniendo al
mundo por delante en necesidad del evangelio, los cristianos pro-
fesos se congregan en donde pueden ellos mismos disfrutar de los
beneficios del evangelio. No sienten la necesidad de ocupar nuevo
territorio y llevar el mensaje de salvación a las regiones distantes.
Rehúsan cumplir la comisión: “Id y haced discípulos en todas las
naciones”. ¿Son menos culpables que los creyentes hebreos?
“Escogeos hoy a quien sirváis”
Se librará un conflicto agudo entre los que son leales a Dios
y los que han desdeñado su ley. La veneración por la ley de Dios
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se ha trastornado. Por doctrina, los dirigentes religiosos enseñan
mandamientos de hombres. Como fue en los días del antiguo Israel,
así es en esta era del mundo. Pero aunque ahora prevalezcan la
deslealtad y la transgresión, ¿tendrán menos respeto por la ley de