Página 144 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 8
cuales tienen especial gobierno. Hay peligro de que los hombres
permitan que surjan celos en sus corazones y que sientan envidia de
otros intereses que son tan importantes como los que ellos manejan.
Los que albergan la gracia de un cristianismo puro no pueden ver
con indiferencia a ninguna de las partes de la gran viña del Señor.
Los que están verdaderamente convertidos tendrán un mismo interés
en la obra en todos los sectores de la viña y estarán dispuestos a
ayudar doquiera se necesite ayuda.
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Es el egoísmo lo que impide que los hombres envíen ayuda a los
lugares donde la obra de Dios no prospera tanto como en la institu-
ción que está bajo su supervisión. Los que llevan responsabilidades
debieran procurar el bien de todo ramo de la causa y obra de Dios.
Deben alentar y sostener los intereses en otros campos tanto como
en los suyos propios. Así el vínculo de la hermandad se fortalecería
entre los miembros de la familia de Dios sobre la tierra, y se cerraría
la puerta a las envidias baladíes y los rencores que el puesto y la
prosperidad de seguro suscitarán, a menos que la gracia de Dios
gobierne el corazón.
“Pero esto digo -declaró Pablo-: El que siembra escasamen-
te, también segará escasamente; y el que siembra generosamente,
generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su
corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador
alegre. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda
gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo sufi-
ciente, abundéis para toda buena obra... para que estéis enriquecidos
en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros
acción de gracias a Dios. Porque la ministración de este servicio no
solamente suple lo que a los santos falta, sino que también abunda
en muchas acciones de gracias a Dios; pues por la experiencia de
esta ministración glorifican a Dios por la obediencia que profesáis
al evangelio de Cristo, y por la liberalidad de vuestra contribución
para ellos y para todos; asimismo en la oración de ellos por vosotros,
a quienes aman a causa de la superabundante gracia de Dios en
vosotros. ¡Gracias a Dios por su don inefable!”
2 Corintios 9:6-8,
11-15
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