Página 145 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

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Concentración excesiva en Battle Creek
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El principio vital de la fraternidad
La ley divina se cumple sólo mientras los hombres aman a Dios
de corazón, mente, alma y fuerza, y a sus prójimos como a ellos
mismos. Es la manifestación de este amor lo que glorifica a Dios en
lo alto y trae paz en la tierra y buena voluntad para con los hombres.
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El Señor recibe gloria cuando se logra la gran finalidad de la ley. Es
la obra del Espíritu infundir el amor en el corazón humano de siglo
en siglo, por cuanto el amor es el principio vital de la fraternidad.
Ningún recoveco del alma ha de ser un escondite para el egoís-
mo. Dios desea que el plan del cielo se cumpla, y que prevalezcan
el orden y la armonía divina en toda familia, iglesia, e institución. Si
este amor leudara la sociedad, veríamos la manifestación de prin-
cipios nobles a través del refinamiento y la cortesía cristiana, y del
amor por aquellos que han sido ganados por la sangre de Cristo.
Se echaría de ver una transformación espiritual en todas nuestras
familias, instituciones, e iglesias. Cuando esta transformación sea
realizada, estas entidades se convertirán en instrumentos mediante
los cuales Dios impartirá la luz del cielo al mundo y de esa mane-
ra, por medio de la capacitación y disciplina divina, se prepararán
hombres y mujeres para vivir en el cielo.
Jesús ha ido a preparar mansiones para los que se están preparan-
do, por su amor y gracia, para entrar en las moradas bienaventuradas.
En la familia celestial de Dios no se hallará ni una sola persona
egoísta. La paz y la armonía de los atrios celestiales no se echarán a
perder por la presencia de ninguno que sea tosco e inconsiderado.
El que se exalta a sí mismo en este mundo al hacer la obra que le
ha sido encomendada, no verá el reino de los cielos jamás a menos
que se obre en él un cambio de espíritu y se haga manso y humilde,
manifestando la sencillez de un niño pequeño.
El único camino seguro
Las personas que ocupan cargos en nuestras instituciones deben
buscar a diario el camino del Señor. No deben sentirse calificados
para escoger su propio camino porque al hacerlo andarán a la luz
de su propio fuego y de las teas que ellos mismos encendieron.
Solamente Dios ha de ser su guía. Los que procuran una esfera
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