Página 146 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 8
mayor, los que anhelan una libertad mayor que la que Dios les ha
asignado, los que dejan de hacer de él su consejero, su sabiduría,
su santificación y su justicia, nunca obtendrán la corona de la vida.
Día tras día el alma necesita la religión de Cristo. Los que beben
profundamente de su Espíritu no serán ambiciosos. Se darán cuenta
de que no pueden ir más allá del dominio de Dios, porque Dios reina
dondequiera.
La persona que está totalmente dispuesta a recibir su cometido
del cielo recibirá el aliento de las promesas de Dios mientras se
esmera por obrar con rectitud y discernimiento. Tener una confianza
inconmovible en Dios, ser un hacedor de su palabra, es seguir un
camino seguro. El consejo de Dios simplifica las complicaciones
de las transacciones comerciales y los quehaceres domésticos. Los
seguidores de Cristo que trabajan con la vista puesta en la gloria de
Dios poseerán sabiduría de lo alto. Pero es un hecho penoso que
en nuestras iglesias e instituciones haya una escasez del verdadero
cristianismo. Que el Señor ayude a los que llevan responsabilida-
des para que se unan unos a otros en su obra y se conviertan en
colaboradores de Dios.
Cristo dijo a sus discípulos: “Vosotros sois la luz del mundo”.
Mateo 5:14
. Entonces, ¡cuán importante es que cada alma mantenga
su lámpara arreglada y encendida para dar luz a todos aquellos con
quienes se relaciona! Dios ha hecho a su pueblo depositario de su
sagrada verdad. Se le han encomendado talentos para ser perfeccio-
nados sabiamente porque es el propósito de Dios que mediante el
ejercicio constante sean multiplicados.
El peligro de la expansión
Hermanos míos, la expansión de vuestras instalaciones, el au-
mento en número, es algo que no está en armonía con las órdenes
del Señor. Los grandes edificios requieren una gran clientela, y una
gran clientela requiere hombres de educación y talento, y hombres
de una profunda experiencia espiritual que conduzcan la institución
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por los caminos del Señor; y manejarla con tacto y destreza requiere
que haya un aumento general en la experiencia espiritual para que
el temor de Dios se propague a través del sanatorio, evitando que la
clientela común le imponga su molde y su ejemplo, causando que