Página 148 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 8
la institución y de acumular más responsabilidades. Permita que
algunos de los recursos que entran en el sanatorio sean dados a las
instituciones que necesitan la ayuda. Esto es en verdad lo correcto.
Está conforme a la voluntad y el propósito de Dios y redundará en
bendición para el sanatorio.
Tengo algo en particular que decir a la junta directiva: “Recordad
que debe pagarse a los empleados conforme a su fidelidad. Dios
exige que nos tratemos unos a otros con la mayor fidelidad. Algunos
entre vosotros estáis sobrecargados de preocupaciones y deberes,
y la instrucción que me ha sido dada es que hay peligro de que os
tornéis egoístas y hagáis daño a vuestros empleados”.
Cada transacción comercial, que tenga que ver con un empleado
que ocupa un puesto de responsabilidad o con el trabajador más
humilde del sanatorio, debe realizarse de tal manera que reciba la
aprobación de Dios. Andad en la luz mientras tenéis la luz para que
no os sobrecojan las tinieblas. Sería mucho mejor gastar menos en
edificios y pagarles a los trabajadores un sueldo que esté conforme
al valor de su trabajo, tratándolos con misericordia y justicia.
De acuerdo a la luz que el Señor se ha dignado darme, yo sé
que a él no le agradan muchas de las cosas que se han llevado a
cabo con respecto a los trabajadores. Dios no me ha expuesto todos
los pormenores, pero nos ha enviado advertencias referentes a una
cantidad de cosas en las cuales se necesita una reforma. Se me ha
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mostrado que hace falta que madres y padres en Israel se unan a la
institución. Se deben emplear hombres y mujeres devotos que por no
estar presionados constantemente con cuidados y responsabilidades
puedan atender los intereses espirituales de los empleados. Es preci-
so que tales hombres y mujeres se ocupen constantemente en labores
misioneras dentro de esta gran institución. No se está haciendo ni
la mitad de lo que se debiera en este sentido. La responsabilidad de
estos hombres y mujeres debería ser el trabajo de tipo espiritual en
favor de los empleados, enseñándoles cómo ganar almas, demos-
trándoles que es menester hacer esto no mediante el mucho hablar,
sino por medio de una vida consistente, a semejanza de la de Cristo.
Los trabajadores están expuestos a influencias mundanales; pero, en
lugar de ser moldeados por estas influencias, deberían ser misioneros
consagrados, gobernados por una influencia que eleve y ennoblezca.