Página 152 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 8
siembre sus plantas en diferentes lugares donde no se reclinen una
sobre otra. Provéales espacio para crecer. Esto es lo que el Señor
requiere de usted.
El capital que se gasta en ampliar sus instalaciones en Battle
Creek, que ya son demasiado grandes y han crecido más de lo que
es razonable, debe ser empleado para establecer puestos misioneros
en otros lugares. Usted debe expandir sus planes y ampliar su campo
de operaciones. Debiera enviar hombres sabios a las ciudades y
pueblos donde no se ha escuchado el mensaje evangélico. Escoja los
mejores hombres disponibles y deles la oportunidad de desarrollar
sus talentos que en el pasado han estado inactivos. Colóquelos donde
puedan emplear las habilidades que Dios les dio para extender a los
pecadores la invitación al arrepentimiento. Que a los hombres que
han dado a conocer que aman a Dios se les brinde la oportunidad de
hacer algo por él.
Que los hombres aprendan a orar fervientemente, y que sus
oraciones sean cortas y al punto. Que aprendan a hablar del Redentor
del mundo y a poner cada vez más en alto al Hombre del Calvario.
Ni toda la predicación del mundo hará que los hombres sientan
hondamente la responsabilidad por las almas que perecen en su alre-
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dedor. Nada despertará en los hombres y mujeres un celo abnegado
como el hecho de enviarlos a entrar en nuevos campos para trabajar
en favor de los que están en tinieblas. Prepare obreros para salir por
los caminos y los vallados. No llame a hombres y mujeres para venir
al gran centro, animándolos a abandonar las iglesias que necesitan su
ayuda. Las personas tienen que aprender a cumplir sus deberes. Ni
uno de cada cien entre nosotros está haciendo otra cosa que ocuparse
en empresas comunes y mundanales. No estamos conscientes ni a
medias del valor de las almas por las cuales Cristo murió.
Hace falta un horticultor sabio, que trasplante los árboles en
diferentes localidades y que les provea los recursos necesarios para
que crezcan. Es un deber positivo para el pueblo de Dios penetrar en
regiones lejanas. Que se pongan a trabajar fuerzas que abran paso en
nuevo terreno con el fin de establecer nuevos centros de influencia
dondequiera que haya entrada para ello. Reúnanse obreros poseídos
de un verdadero celo misionero para que salgan a difundir la luz y
el conocimiento por todas partes. Que lleven los principios vitales
de la reforma pro salud a las comunidades que por lo general los