Página 153 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

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Id por todos los lugares
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desconocen. Que se organicen clases y que se dé instrucción sobre
el tratamiento de las enfermedades.
Es un hecho que por medio de la influencia del sanatorio la
verdad del cielo ha llamado la atención de miles de personas. Aún
así, queda una obra por hacer que ha sido descuidada. Se ha gastado
dinero en ensanchar las instalaciones en Battle Creek, cuando el
Señor desea que la levadura se introduzca del todo dentro de la masa
para que toda ella suba. En lugar de añadir un edificio tras otro al
sanatorio, en estos tiempos debieran existir muchas instituciones en
otros lugares perfectamente equipadas y preparadas para funcionar.
Hay hombres que han estado relacionados con el sanatorio por
mucho tiempo, que siempre van a ser sólo la sombra de otros si
permanecen allí, mientras que si se les permitiera ejercer su propio
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criterio se convertirían en pensadores profundos y seguros de ellos
mismos, capaces de impartir consejos sabios. Que a estos hombres
se les dé la oportunidad de aprender a llevar responsabilidades en
el poder de Dios. De esa manera adquirirán una experiencia que los
habilitará para compartir la verdad con los demás.
Pero, en lugar de despacharse hombres desde Battle Creek, co-
mo Dios lo ha indicado por medio de los testimonios directos que
han sido dados, se dedican miles de dólares a la expansión de las
instalaciones. Y se siguen recibiendo pedidos de Battle Creek para
adquirir mayores comodidades y más trabajadores. Pero tiene que
efectuarse un cambio.
Nos anima ver la obra que se está llevando a cabo en Chicago
y en unos cuantos lugares más. Hace años que las responsabilida-
des concentradas en Battle Creek debieron haberse dispersado. Tal
vez usted contempla con profunda satisfacción el crecimiento cada
vez mayor del sanatorio de Battle Creek, pero Dios no lo ve con el
mismo agrado suyo. Si se hubieran levantado instituciones en otros
lados, si a los hombres se les hubieran asignado responsabilidades
que llevar, nuestra obra habría sido más fuerte y más eficiente, y hu-
biéramos procedido de una manera que estaría más en conformidad
con la voluntad de Dios. Como están las cosas, sólo unos cuantos
llevan responsabilidades pesadas. Unos pocos ejercen una influencia
controladora en el manejo de la obra cercana y distante, mientras
que otros no tienen cargo alguno.