Página 156 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 8
Creek se hubiera difundido, muchos habrían llegado a ser obreros
colaboradores de Dios.
¡Ojalá que nuestros hermanos y hermanas valoraran la verdad
como es debido, que fueran santificados por ella, que se dieran
cuenta que sobre ellos descansa el deber de comunicar esta verdad
a otros! Pero no sienten la importancia de vivir la verdad, de ser
hacedores de las palabras de Cristo. Muchos son independientes.
No están llenos del espíritu misionero que debiera animar a todo
discípulo de Cristo. Si supieran lo que significa sentir aflicción del
alma por los demás, los ángeles de Dios obrarían por medio de
ellos para comunicar el conocimiento de la verdad. Conocerían la
verdad, y la verdad los haría libres. Se dejaría de gastar dinero en
añadir edificio tras edificio en un solo lugar y se emplearía para abrir
obra en campos nuevos y en plantar el estandarte de la verdad en
ciudades que no han sido trabajadas. Los principios enriquecedores,
purificadores y ennoblecedores del cielo serían introducidos en la
sociedad y obrarían como levadura dentro de ella.
* * * * *
Extracto de una carta escrita en 1899 desde Cooranbong, Australia
.
Es el designio de Dios que los campos que disfrutan de abun-
dantes comodidades compartan sus recursos con los campos donde
hay más necesidad. Este principio debe seguirse siempre en todas
nuestras instituciones. Dios requiere que haya menos planificación
para la construcción de edificios en lugares donde ya la obra está
establecida, y que los recursos sean enviados a los campos en donde,
por escasez de comodidades, los obreros trabajan en gran desventaja.
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