Página 157 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

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El propósito de Dios para sus instituciones
Newtown, Tasmania, Australia,
1 de diciembre de 1895
Al Director Médico del Gran Sanatorio
Mi estimado hermano,
Cada institución que lleva el nombre de Adventista del Séptimo
Día debe ser para el mundo lo que fue José en Egipto, y Daniel y
sus compañeros en Babilonia. Bajo la providencia de Dios estos
hombres fueron tomados cautivos para que llevaran el conocimiento
del verdadero Dios a las naciones paganas. Eran los representantes
de Dios en el mundo. No debían transigir con las naciones idólatras
con las cuales se relacionaban, sino que debían mantenerse leales
a la fe que profesaban, llevando con especial orgullo el nombre
de los adoradores del Dios que creó los cielos y la tierra. Estos
jóvenes se mantuvieron fieles a sus principios. Vivían cerca de Dios,
rindiéndole honor en todos sus caminos, y él los honró a ellos. Él
era su sabiduría. Él les impartía conocimiento y entendimiento.
Hoy el pueblo remanente de Dios debe glorificar su nombre
proclamando el postrer mensaje de advertencia, la postrer invitación
a la cena de las bodas del Cordero. La única manera en que han de
cumplir lo que Dios espera de ellos es que sean los representantes
de la verdad para este tiempo.
El Señor se ha valido de agentes humanos para cumplir las
profecías. Ha hecho que la verdad sagrada y eterna sobresalga en
medio de las herejías y engaños que según Cristo iban a presenciarse
en los últimos días.
Hermano mío, usted está en una posición donde puede ser un
representante de la verdad en estos tiempos. Apéguese al Gran
Maestro. Lo vi alzando una bandera sobre la cual estaban escritas
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las siguientes palabras: “Aquí está la paciencia de los santos, los
que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús”.
Apoca-
lipsis 14:12
. Varios hombres, entre ellos algunos conocidos suyos
del sanatorio, le ofrecían una bandera que llevaba una inscripción
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