Página 158 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 8
diferente. Usted soltaba la bandera de los adventistas del séptimo
día y alcanzaba con la mano la otra bandera. Una persona de porte
distinguido se acercó a usted diciéndole con profundo fervor:
“Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para
los que no creen, la piedra que los edificadores desecharon, ha ve-
nido a ser la cabeza del ángulo; y: piedra de tropiezo, y roca que
hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo
cual fueron también destinados. Mas vosotros sois linaje escogido,
real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que
anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su
luz admirable...”
1 Pedro 2:7-9
. Entonces tomó usted firmemente
en su mano la verdadera bandera, y se escucharon estas palabras
alentadoras: “Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque
han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a
ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplan-
deciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos”.
Apocalipsis 19:7, 8
.
Recibí instrucción con respecto a que usted y sus compañeros de
trabajo en el sanatorio estaban en peligro de ocultar los principios
de nuestra fe para obtener una clientela mayor. Todo lo que se haga
en este sentido, en lugar de extender la influencia de la verdad, más
bien estorbará su progreso.
Es preciso que usted y sus asociados en la obra del sanatorio
tengan un piloto a su lado en todo momento, de lo contrario van
a naufragar. Seguramente debe comprender el peligro en que está.
Satanás está haciendo todo lo posible para desviarlo por senderos
extraños. Dios le ha dado fuerzas. Su alma debe ser santificada por
la verdad para que su apego firme a los principios se haga evidente a
todos. Mientras más plenamente se incline su alma indefensa sobre
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Dios, más fuerte será su confianza en él, más hambre tendrá por el
pan de vida.
Dios ha de ser reconocido y exaltado por el pueblo que lleva el
nombre de adventistas del séptimo día. En el pasado la verdad ha
sido proclamada para gloria de Dios y con poder convincente por
médicos y asistentes en nuestros sanatorios. Dios no espera menos
de usted, sino mucho más. Usted y sus colaboradores deberían obrar
con fe y firmeza para evitar el declive y asegurar el progreso. No
debiera haber una disminución en su trabajo, y nada de ocultar los