Página 162 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

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El propósito de Dios para la obra médica misionera
Melbourne, Australia,
3 de febrero de 1898.
Estimado hermano,
Me ha sido dada luz particular respecto a que usted está en pe-
ligro de perder de vista la obra para este tiempo. Está erigiendo
barreras divisivas que tienden a separar de la iglesia su obra y aque-
llos a quienes está educando. Esto no puede ser. Se debe convencer
a los que reciben instrucción en el ramo médico misionero que el
propósito de su educación es prepararlos para hacer una mejor obra
en colaboración con los ministros de Dios. No olvide, hermano mío,
que el Señor tiene un pueblo sobre la tierra a quien estima. Pero sus
palabras, y la manera en que frecuentemente las profiere, despierta
la duda en cuanto a nuestra convicción como pueblo. Usted está en
peligro de perder su confianza en la fe que ha sido una vez dada a
los santos y de naufragar en cuanto a su fe. Fueron pronunciadas las
palabras: “Un pequeño escape de agua hunde el barco. Un eslabón
débil malogra la cadena”.
Educad médicos misioneros
Recuerde, hermano mío, que la obra médica misionera no es
para sacar hombres del ministerio, sino más bien para colocar en el
campo a hombres que estén mejor calificados para ministrar debido
a que poseen un conocimiento de dicha obra. Se debe educar a
hombres jóvenes en el ramo de la obra médica misionera para que
luego salgan a trabajar juntamente con los ministros. No se los
debe animar a entregarse exclusivamente a la obra de rescatar a los
caídos y degradados. Esa obra hay que hacerla dondequiera y ha
de combinarse con la obra de preparar a un pueblo que haga de la
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verdad bíblica una defensa contra los sofismas de los mundanos y
de la iglesia caída. El tercer ángel ha de seguir adelante con gran
poder. Que nadie ignore o considere de poca importancia esta obra.
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