El propósito de Dios para la obra médica misionera
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La verdad ha de proclamarse por todo el mundo para que hombres y
mujeres abran sus ojos a la luz.
Nuestra obra presente
¿Qué dice el Señor en el capítulo cincuenta y ocho de Isaías? El
capítulo entero es de suma importancia. “¿No es más bien el ayuno
que yo escogí -pregunta el Señor-, desatar las ligaduras de impiedad,
soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y
que rompáis todo yugo? ¿No es que partas tu pan con el hambriento,
y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnu-
do, lo cubras, y no te escondas de tu hermano? Entonces nacerá tu
luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e irá tu justicia
delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia. Entonces
invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí”.
Isaías
58:6-9
.
“Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en
mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y
lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu
voluntad, ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en
Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a
comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha
hablado”.
vers. 13, 14
.
Esta es nuestra obra. La luz que hemos recibido acerca del men-
saje del tercer ángel es la verdadera. La marca de la bestia es precisa-
mente lo que se ha proclamado que es. Todavía no se entiende todo
lo concerniente a este asunto, ni se entenderá hasta que el pergamino
sea abierto; pero una obra de lo más solemne ha de llevarse a cabo
en nuestro mundo. La orden del Señor a sus siervos es: “Clama a
voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia
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a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado”.
Isaías 58:1
.
Ha de proclamarse un mensaje que despierte a las iglesias. Debe
hacerse el mayor esfuerzo para hacer brillar la luz, no solamente
ante nuestro pueblo, sino ante el mundo. Se me ha enseñado que las
profecías de Daniel y el Apocalipsis deberían imprimirse en forma
de libritos, con sus respectivas explicaciones, para ser difundidos
por todo el mundo. Nuestro propio pueblo necesita que la luz le sea
presentada con mayor claridad.