Página 178 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 8
Palabras de ánimo
El Señor no abandona a sus obreros fieles. Tenga presente que
nuestra vida en este mundo no es más que un peregrinaje, que el
cielo es el hogar al cual nos dirigimos. Tenga fe en Dios. Si mis
palabras han herido su alma, lo siento; yo también estoy herida.
Nuestra obra, una extraña obra, una gran obra que Dios nos ha dado,
nos une de corazón y alma. No se atreva a quitarse la armadura.
Debe llevarla puesta hasta el fin. Cuando el Señor lo exima, será
tiempo para poner su armadura a sus pies. Usted se ha alistado en su
ejército para servir hasta terminar la batalla y no debe desacreditarse
abandonándola y dejando de agradar a Dios.
Que el Señor le muestre muchos asuntos que me ha expuesto a
mí. Satanás está esperando la oportunidad de causarle afrenta a la
causa de Dios. Me ha sido señalado el peligro, y también me ha sido
mostrado su ángel guardián salvándolo a usted una y otra vez de sí
mismo, protegiéndolo de un naufragio en cuanto a la fe. Hermano
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mío, levante en alto el estandarte, levántelo, y no se amilane ni se
desanime.
Les he comunicado a los hombres principales de la Asociación
General y del Mission Board [Departamento de Misiones] la luz
que Dios me ha dado para que usted y ellos se consulten unos a
otros; que en lugar de mantenerse distanciados sean sus compañeros
ayudantes; que se sepa que Dios lo ordenó a usted para que estuviera
en un puesto de confianza, y que necesita ayuda en lugar de censura.
Mi deseo de que usted proceda rectamente ha sido tan intenso
que le he dirigido palabras fervientes, pero nunca, nunca, con el
propósito de denunciarlo o condenarlo. ¡Oh, si Dios le hiciera en-
tender que mi profundo interés por usted no ha cambiado en lo más
mínimo! Deseo con ahínco que usted esté del lado del Señor, firme,
experimentado, y leal. Yo sé que el Señor quiere que usted reciba la
corona de victoria.
* * * * *
“Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a
los hombres... Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros,
profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin
de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la