Página 177 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

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El esfuerzo unido
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son sus dones, y han de ser empleados en una debida relación entre
ellos para que se logre formar un todo integral. Dios provee los
talentos, la energía de la mente; el hombre forma el carácter.
Variedad de instrumentos
El Señor ha obrado en su favor, capacitándolo para que haga su
parte como obrero; pero hay otros obreros que también deben hacer
su parte como instrumentos. Éstos ayudan a formar el cuerpo entero.
Todos deberán unirse como partes de un solo y grande organismo.
La iglesia del Señor se compone de entidades vivientes y activas, las
cuales derivan su poder para actuar del Autor y Consumador de su
fe. Han de llevar a cabo en armonía la gran obra que descansa sobre
sus hombros. Dios le ha asignado a usted su obra. Pero también
tiene otros instrumentos a quienes les ha asignado su obra, para que
todos sean, por medio de la santificación de la verdad, miembros del
cuerpo de Cristo, y de su carne y de sus huesos. Representamos a
Cristo, y trabajamos para el tiempo y la eternidad; y los hombres, aun
los mundanos, se fijan en que hemos estado con Jesús y aprendido
de él.
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La verdad como unidad
El pueblo de Dios no debe hallarse confuso, carente de orden,
armonía, constancia y belleza. Se deshonra grandemente a Dios
cuando existe la desunión entre el pueblo de Dios. La verdad es
única. La unidad que Dios exige debe cultivarse día tras día si hemos
de contestar la oración de Cristo. No demos lugar a la desunión que
lucha por surgir entre los que profesan creer el último mensaje de
misericordia que ha de darse al mundo, porque ella sería un temible
impedimento para el avance de la obra de Dios. Sus siervos deben
ser uno, como Cristo es uno con el Padre; sus facultades, iluminadas,
inspiradas y santificadas, deberán estar unidas para formar un todo
cabal. Los que aman a Dios y guardan sus mandamientos no se
distanciarán unos de otros; antes procurarán estar juntos.