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Testimonios para la Iglesia, Tomo 8
Edificio de Dios
“Sois labranza de Dios, edificio de Dios”.
vers. 9
. Esta figura
representa el carácter humano, que ha de labrarse punto por punto.
A diario Dios trabaja sobre su edificio, golpe tras golpe, perfeccio-
nando la estructura para que se convierta en un templo sagrado. El
hombre ha de cooperar con Dios. Cada obrero deberá convertirse jus-
tamente en lo que Dios ha propuesto que sea, edificando su vida con
obras puras y nobles, para que al fin su carácter sea una estructura
simétrica, un templo hermoso, estimado por Dios y por los hombres.
El edificio no ha de tener ningún defecto, porque es del Señor. Cada
piedra ha de estar perfectamente colocada, para que pueda resistir
toda la presión que se le aplique. Tanto a usted como a todos los
demás obreros, Dios les advierte: “Tened cuidado cómo construís,
para que vuestro edificio pueda resistir la prueba de la tormenta y la
tempestad, por estar fundado en la Roca eterna. Colocad las piedras
sobre un cimiento seguro, para que estéis preparados para el día de
prueba y de juicio, cuando todos serán vistos tales como son”.
Un templo de piedras vivas
Esta advertencia Dios me la presenta como algo especialmente
necesario para su bienestar. Él lo ama con un amor inmensurable.
Ama a sus hermanos en la fe, y trabaja en ellos con el mismo fin con
que lo hace en usted. Su iglesia en la tierra asumirá proporciones
divinas ante el mundo como templo hecho de piedras vivas, cada
una reflejando luz. Llegará a ser la luz del mundo, como ciudad
sobre un monte, la cual no se puede esconder. Está hecho de piedras
puestas juntas unas a otras, bien ajustadas, haciendo firme y sólido
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el edificio. No todas las piedras son de la misma forma o hechura.
Unas son grandes, otras pequeñas; pero cada una tiene un lugar que
ocupar. Y lo que determina el valor de cada piedra es la luz que
ella refleja. Este es el plan de Dios. Él desea que todos sus obreros
ocupen sus respectivos lugares en la obra presente.
Estamos viviendo en medio de los peligros de los últimos días.
Hemos de cultivar con sabiduría cada facultad mental y física porque
todas hacen falta para hacer de la iglesia un edificio que represente la
sabiduría del gran Diseñador. Los talentos que Dios nos ha otorgado