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Testimonios para la Iglesia, Tomo 8
tenido que hacer estas operaciones serias? Quién lo ha mantenido
sereno y dueño de sí mismo durante la crisis, impartiéndole un agudo
discernimiento, vista clara, nervios firmes y una precisión experta?
El Señor Jesús ha enviado a su ángel para que esté a su lado y le
indique lo que debe hacer. Una mano ha descansado sobre la suya.
Jesús, y no usted, ha dirigido los movimientos de su instrumento.
A veces se ha dado cuenta de esto, y una calma maravillosa lo ha
embargado. No osaba usted apresurarse; sin embargo, trabajaba
rápidamente, consciente de que no había tiempo que perder.
El Señor lo ha bendecido grandemente. Ha estado usted bajo
la dirección divina. Otros que no sabían de la Presencia guiadora
que lo asistía le daban toda la honra a usted. Médicos eminentes
han presenciado sus operaciones y han alabado su destreza. Esto
le ha agradado. Dios lo ha honrado en gran manera para que su
nombre, y no el suyo, sea exaltado; pero usted no siempre ha podido
aguantar ver al Invisible. Ha tenido el deseo de distinguirse, y no
en toda ocasión ha puesto su completa confianza en Dios. No ha
estado dispuesto a prestar atención a los consejos de los siervos
del Señor. En su sabiduría propia, ha planeado muchas cosas. Es la
voluntad del Señor que usted respete el ministerio evangélico. En el
mismo momento cuando necesitaba discernimiento para ver no sólo
un aspecto de la obra, sino todos, usted escogió como consejeros a
hombres que están bajo la reprensión de Dios. Estuvo dispuesto a
unirse con ellos siempre y cuando apoyaran sus propuestas.
Por medio de la oración y la consagración, buscando sabiduría
del Señor y rindiéndose a él para que lo guíe, habría evitado acometer
muchas empresas que han surgido, no de la voluntad de Dios, sino de
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la humana. Se entregó en sus manos el trabajo a que fue nombrado.
Pero usted ha descuidado cosas de gran importancia, para hacer -con
un espíritu impulsivo, falto del consejo de Dios y de sus hermanos-
cosas de menor importancia. Sus hermanos pudieron haberle dado
consejos, pero usted despreció toda palabra que interfería con sus
propios planes. Esto lo ha puesto en una situación difícil. Si hubiera
usted permanecido al frente del trabajo que se le asignó, Dios habría
podido hacerlo un obrero de más éxito junto a él.
El Señor anhela que sus pensamientos estén en armonía con
los de otros. A veces, cuando los siervos del Señor disentían con
usted, eso era precisamente lo que Dios requería de ellos. Pero usted