Página 191 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

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Palabras de aliento
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trató sus consejos de tal manera que después ellos permanecían en
silencio, cuando debían haber hablado. Dios quiere que aquellos que
él ha colocado en puestos de confianza hagan justicia y juicio con
toda sabiduría.
Cargas que el señor no ha impuesto
El Señor le dio una obra que hacer, no para que fuera hecha de
prisa, sino más bien de una manera calmada y considerada. El Señor
nunca exige las acciones apresuradas y complicadas. Pero usted ha
asumido obligaciones que el Señor, el Padre misericordioso, no le
ha impuesto. Abundan las tareas que él le ordenó hacer. Sus obreros
nunca necesitan perder una tarea o dejarla a medio hacer, con el fin
de encargarse de otra. El que trabaja en la calma y el temor de Dios
no lo hará de una manera descuidada, por temor a que algo estorbe
un plan previo.
No todas las cargas que usted ha estado llevando le han sido im-
puestas por el Señor. El resultado de aceptar estas cargas adicionales
repercute a través de todo el campo. Si hubiera atendido la obra que
le fue asignada, trabajando por la clase de personas que el Señor
deseaba alcanzar con la verdad presente mediante el sanatorio: el
mensaje que él le ha dado a su pueblo para que lo comunique al
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mundo, se habría logrado mucho más para poner de manifiesto al
pueblo escogido de Dios ante hombres de categoría. Mucho más
se habría logrado para poner de manifiesto los caminos, obras y
poder de Dios. El sanatorio debía ser testigo suyo en favor de la
verdad ennoblecedora y santificadora. El Señor lo ha hecho a usted,
hermano mío, su instrumento de honor. Nunca le exigió que hiciera
nada que excluyera su trabajo relacionado con la institución que
había de mantenerse en defensa de la verdad, trabajando por Dios,
alumbrando el camino de miles de personas.
Usted tiene una obra grande y sagrada que realizar. Si cumple
fielmente la parte que le toca, por medio de la destreza que le ha sido
dada, será capaz de trabajar rápidamente, sin dar la impresión de
que está de prisa. Cuando sus ojos sean abiertos, se dará cuenta de
la pobreza de otros campos. Verá que los obreros están obstruidos
a cada paso, mientras que el dinero del Señor se usa para sostener