Página 260 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

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Un Dios personal
El gran poder que obra por la naturaleza y sostiene todas las
cosas, no es, como lo representan algunos hombres de ciencia, sim-
plemente un principio que lo compenetra todo, una energía que
actúa. Dios es espíritu; sin embargo, es un Ser personal, pues el
hombre fue hecho a su imagen.
La naturaleza no es Dios
La obra de Dios en la naturaleza no es Dios mismo en la natura-
leza. Las cosas de la naturaleza son una expresión del carácter de
Dios; por ellas podemos comprender su amor, su poder, y su gloria;
pero no hemos de considerar a la naturaleza como Dios. La habilidad
artística de los seres humanos produce obras muy hermosas, cosas
que deleitan el ojo, y estas cosas nos dan cierta idea del que las
diseñó; pero la cosa hecha no es el hombre. No es la obra, sino el
artífice el que debe ser tenido por digno de honra, De igual manera,
aunque la naturaleza es una expresión del pensamiento de Dios, ella
no es lo que debe ser ensalzado, sino el Dios de la naturaleza.
“Les diréis así: Los dioses que no hicieron los cielos
ni la tierra, desaparezcan de la tierra y de debajo de los
cielos.” “No es así la porción de Jacob; porque él es
el Hacedor de todo, e Israel es la vara de su heredad;
Jehová de los ejércitos es su nombre”. “El que hizo
la tierra con su poder, el que puso en orden el mundo
con su saber, y extendió los cielos con su sabiduría”.
Jeremías 10:11, 16, 12
.
“Buscad al que hace las Pléyades y el Orión, y vuel-
ve las tinieblas en mañana, y hace oscurecer el día como
noche; el que llama a las aguas del mar, y las derrama
sobre la faz de la tierra; Jehová es su nombre...”
Amós
5:8
.
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