Página 265 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

Basic HTML Version

Un Dios personal
261
Dios es Padre de Cristo; Cristo es el Hijo de Dios. A Cristo ha
sido dada una posición exaltada. Ha sido hecho igual al Padre. Todos
los consejos de Dios están abiertos para su Hijo.
Jesús dijo a los judíos: “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo
trabajo. Por esto los judíos aún más procuraban matarle, porque no
sólo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios
era su propio Padre, haciéndose igual a Dios. Respondió entonces
Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer
nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que
el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente. Porque el Padre
ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores
[281]
obras que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis”.
Juan 5:17-20
.
Aquí se recalca otra vez la personalidad del Padre y la del Hijo,
y se demuestra la unidad que existe entre ellos.
Esta unidad se expresa también en el capítulo 17 de Juan, en la
oración de Cristo por sus discípulos:
“Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que
han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno;
como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en
nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que
me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos
uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para
que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a
ellos como también a mí me has amado. Padre, aquellos que me has
dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para
que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde
antes de la fundación del mundo. Padre justo, el mundo no te ha
conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me
enviaste”.
Juan 17:23-25
.
¡Admirable declaración! La unidad que existe entre Cristo y sus
discípulos no destruye la personalidad de ninguna de las partes. Son
uno en propósito, en mente, en carácter, pero no en persona. Así es
como Dios y Cristo son uno.
La relación entre el Padre y el Hijo, y la personalidad de ambos,
se hacen claras en esta escritura también: