Página 264 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 8
recibieron entonces. Eran guiados por el Espíritu Santo, y la luz
resplandecía en su entendimiento que antes estaba oscurecido.
Pero los discípulos no habían recibido el cumplimiento total
de la promesa de Cristo. Recibieron todo el conocimiento de Dios
que podían soportar, pero todavía había de llegar el cumplimiento
total de la promesa que les había hecho Cristo de que les mostraría
claramente el Padre. Así es hoy. Nuestro conocimiento de Dios es
parcial e imperfecto. Cuando termine el conflicto y el Hombre Cristo
Jesús reconozca ante el Padre a sus obreros fieles que en este mundo
de pecado testificaron fielmente por él, comprenderán claramente
las cosas que son ahora misterios para ellos.
Cristo llevó consigo a los atrios celestiales su humanidad glo-
rificada. A los que le reciban, les da poder para llegar a ser hijos
de Dios, para que al fin Dios pueda recibirlos como suyos, para
que moren con él a través de toda la eternidad. Si durante esta vida
son leales a Dios, al fin “verán su rostro, y su nombre estará en sus
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frentes”.
Apocalipsis 22:4
. ¿Qué es la felicidad del Cielo si no es ver
a Dios? Qué mayor gozo puede obtener el pecador salvado por la
gracia de Cristo que el de mirar el rostro de Dios y conocerle como
Padre?
El testimonio de las escrituras
Las Escrituras indican claramente la relación que hay entre Dios
y Cristo, y hacen resaltar muy claramente la personalidad individual
de cada uno.
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en
otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos
ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por
quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su
gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las
cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación
de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra
de la Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles,
cuanto heredó más excelente nombre que ellos. Porque ¿a cuál de
los ángeles dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, yo te he engendrado
hoy, y otra vez: Yo seré a él Padre, y él me será a mí hijo?”
Hebreos
1:1-5
.