La gran comisión
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éxito en vuestra obra impregnada de abnegación y sacrificio. Obraré
en los corazones, convenciéndolos del pecado y apartándolos de las
tinieblas a la luz, de la desobediencia a la justicia. En mi luz verán
luz. Enfrentaréis la oposición de agencias satánicas, pero confiad en
mí. Nunca os faltaré”.
¿No pensáis que Cristo aprecia a los que viven totalmente para
él? ¿No pensáis que él visita a los que, como el amado Juan, se
hallan por su causa en condiciones penosas y difíciles? Él encuentra
a sus fieles, mantiene comunión con ellos, los alienta y fortalece. Y
los ángeles de Dios, excelsos en fortaleza, son enviados por Dios a
ministrar a sus obreros humanos que predican la verdad a los que no
la conocen.
* * * * *
Al ministro del evangelio Dios le ha encomendado la obra de
conducir a Cristo a los que se han desviado del camino estrecho.
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Ha de ser sabio y fervoroso en sus esfuerzos. Al final del año él
debiera poder mirar hacia atrás y ver las almas que fueron salvadas
como resultado de su labor. A unos él ha de salvar con temor, “arre-
batándolos del fuego... aborreciendo aun la ropa contaminada por
su carne”, “retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada”.
Judas 23
;
Tito 1:9
. El encargo de Pablo a Timoteo les llega también
a los ministros de hoy: “Te encarezco delante de Dios y del Señor
Jesucristo... que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de
tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina”.
2 Timoteo 4:1, 2
.
Pero no es sólo sobre aquellos que predican la Palabra que Dios
ha puesto la responsabilidad de salvar a los pecadores. Él ha asignado
esta obra a todos por igual. Nuestro corazón ha de estar tan lleno del
amor por Cristo que nuestras palabras de acción de gracias alegren el
corazón de otros. Este es un servicio que todos pueden rendir y que
el Señor acepta como si se le ofreciera a él mismo. Él lo hace eficaz
e imparte al obrero dedicado la gracia que reconcilia al hombre con
Dios.
Que Dios ayude a su pueblo a darse cuenta de que hay una obra
seria que hacer. Que él les ayude a recordar que en el hogar, en la
iglesia y en el mundo han de hacer la obra de Cristo. No son dejados