Página 275 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

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Un Dios personal
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“Vuelve, oh Israel, a Jehová tu Dios;
porque por tu pecado has caído.
Llevad con vosotros palabras de súplica,
y volved a Jehová, y decidle:
Quita toda iniquidad, y acepta el bien,
y te ofreceremos la ofrenda de nuestros labios.
No nos librará el asirio; no montaremos en caballos,
ni nunca más diremos a la obra de nuestras manos:
Dioses nuestros; porque en ti el huérfano
alcanzará misericordia”.
Oseas 14:3.
“En pos de Jehová caminarán; él rugirá como león; rugirá,
y los hijos vendrán temblando desde el occidente.
Como ave acudirán velozmente de Egipto,
y de la tierra de Asiria como paloma;
y los haré habitar en sus casas, dice Jehová”.
Oseas 11:10, 11.
“Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia;
porque mi ira se apartó de ellos.
Yo seré a Israel como rocío; él florecerá como lirio,
y extenderá sus raíces como el Líbano.
Se extenderán sus ramas,
y será su gloria como la del olivo,
y perfumará como el Líbano.
Volverán y se sentarán bajo su sombra;
serán vivificados como trigo, y florecerán como la vid;
su olor será como de vino del Líbano.
Efraín dirá: ¿Qué más tendré ya con los ídolos?
Yo lo oiré y miraré;
yo seré a él como la haya verde;
de mí será hallado su fruto.
¿Quién es sabio para que entienda esto,
y prudente para que lo sepa?