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Testimonios para la Iglesia, Tomo 8
“A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno
del Padre, él le ha dado a conocer”.
Juan 1:18
.
Habiendo asumido la humanidad, Cristo llegó a ser uno con la
humanidad y, al mismo tiempo reveló el Padre a los seres humanos
pecaminosos. Era semejante a sus hermanos en todo. Fue hecho
carne, igual que nosotros. Le daba hambre y sed y se cansaba. Se
sostenía comiendo y se refrescaba durmiendo. Se hermanó con los
hombres, y, sin embargo, era el inmaculado Hijo de Dios. Fue un
peregrino y advenedizo en la tierra, estaba en el mundo, pero no
era del mundo; tentado y probado como los hombres y mujeres son
tentados y probados, pero viviendo una vida libre de pecado.
Tierno, compasivo, comprensivo, siempre amable con los demás,
representaba el carácter de Dios, y estaba continuamente empeñado
en el servicio hacia Dios y los hombres.
“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos
su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de
verdad”.
Juan 1:14
.
Él dijo: “He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo
me diste; “para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y
yo en ellos”.
Juan 17:6, 26
.
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“Amad a vuestros enemigos,” les suplicó; “bendecid a los que
os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que
os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre
que está en los cielos”; “él es benigno para los que son ingratos y
malos”. “Hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover
sobre justos e injustos”. “Sed, pues, misericordiosos, como también
vuestro Padre es misericordioso”.
Mateo 5:44, 45
;
Lucas 6:35, 36
.
La gloria de la cruz
La revelación del amor de Dios está centrada en la cruz. No hay
lengua capaz de expresar su significado pleno, ni pluma capaz de
transcribirlo; la mente del hombre no puede comprenderlo. Mirando
la cruz del Calvario, sólo podemos decir: “Porque de tal manera amó
Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel
que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.
Juan 3:16
.