Página 288 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 8
vida y la inmortalidad. Pero por causa de la desobediencia la muerto
entró al mundo. Adán comió del árbol del conocimiento del bien y
del mal, cuyo fruto se le había prohibido tocar. Su transgresión abrió
las compuertas de la aflicción sobre nuestra raza.
Después de la entrada del pecado, el Labrador celestial trasplantó
el árbol de la vida al Paraíso de lo alto; pero sus ramas se extienden
por encima de sus murallas hacia el mundo de abajo. Por la redención
comprada por la sangre de Cristo, todavía podemos comer de su
fruto vivificante.
Acerca de Cristo está escrito: “En él estaba la vida, y la vida
era la luz de los hombres”.
Juan 1:4
. Él es la Fuente de vida. La
obediencia hacia él es la energía vivificante que alegra el corazón.
Cristo declara: “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca
tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás”. “Como
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me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que
me come, él también vivirá por mí... El Espíritu es el que da vida; la
carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son
espíritu y son vida”. “Al que venciere, le daré a comer del árbol de
la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios”.
Juan 6:35, 57-63
;
Apocalipsis 2:7
.
“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llama-
dos hijos de Dios...”
1 Juan 3:1
.
El conocimiento que obra la transformación
El conocimiento de Dios según está revelado en Cristo es el que
todos los salvos han de tener. Es el conocimiento lo que obra la
transformación del carácter. Este conocimiento, cuando es recibido,
recreará el alma a la imagen de Dios. Impartirá a todo el ser una
fuerza espiritual que es divina.
“Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en
un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en
gloria en la misma imagen...”
2 Corintios 3:18
.
De su propia vida el Salvador dijo: “Yo he guardado los man-
damientos de mi Padre”. “No me ha dejado solo el Padre, porque
yo hago siempre lo que le agrada”.
Juan 15:10; 8:29
. Lo que Jesús
era en naturaleza humana, el Padre espera que sus seguidores sean.