Página 305 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

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Lo falso y lo verdadero en la educación
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cuales raras veces se consultan, pienso: ¿Por qué gastar dinero en
aquello que no es comida? El capítulo 6 de Juan nos dice más de lo
que se puede hallar en tales obras. Cristo dice: “Yo soy el pan de
vida”. “Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida”.
Juan 6:35, 63
.
Hay un estudio de la historia que no se ha de condenar. La histo-
ria sagrada era una de las asignaturas en las escuelas de los profetas.
En el registro de sus relaciones con las naciones se trazaban las pi-
sadas de Jehová. Asimismo hoy hemos de considerar las relaciones
de Dios con las naciones de la tierra. Hemos de ver en la historia
el cumplimiento de la profecía, estudiar las intervenciones de la
Providencia en los grandes movimientos de reforma, y entender la
progresión de los eventos que culminan en la reunión de las naciones
para la última batalla del gran conflicto.
Pero demasiado a menudo la intención de los que estudian esta
multitud de libros no es tanto la de obtener alimento para la mente
y el alma. Es más bien el afán de estar al corriente de filósofos y
teólogos, un deseo de presentar el cristianismo a la gente en términos
y proposiciones intelectuales.
“Aprended de mí -dijo el Maestro más distinguido que el mundo
jamás haya conocido-. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended
de mí, que soy manso y humilde de corazón”. Vuestro orgullo in-
telectual no os será de ayuda en la obra de comunicación con las
almas que perecen por falta del pan de vida. Al estudiar estos libros,
estáis permitiendo que ellos tomen el lugar, en vuestras mentes y
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corazones, de las lecciones prácticas que debéis estar aprendiendo
del Gran Maestro. Los resultados de este tipo de estudio no alimen-
tan al pueblo. Muy poco del estudio e investigación que tanto cansa
la mente suple nada que haga de alguien un obrero de éxito en la
ganancia de almas.
Los hombres y mujeres que pasan sus vidas dedicados al trabajo
común y corriente necesitan oír palabras tan sencillas como las que
Cristo impartía al enseñar, palabras que eran fáciles de entender. El
Salvador vino para “predicar el evangelio a los pobres”. Y escrito
está que “gran multitud del pueblo le oía de buena gana”.
Marcos
12:37
. Los que enseñan la verdad para este tiempo necesitan una
percepción más profunda de las lecciones que él impartió.