Página 322 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 8
siembra de la semilla espiritual. El árbol declara que un buen árbol
no puede llevar mal fruto, y que un árbol malo no puede llevar buen
fruto. “Por sus frutos los conoceréis”.
Mateo 7:16
. Aun la cizaña nos
enseña una lección. Satanás es el que la siembra y, si no se atiende,
daña el trigo creciendo desordenadamente.
Padres y madres, enseñad a vuestros hijos la maravillosa ope-
ración del poder de Dios. Su poder se hace patente en cada planta,
en cada árbol que produce fruto. Llevad a los hijos al huerto y ex-
plicadles cómo Dios le da el crecimiento a la semilla. El agricultor
cultiva la tierra y esparce la semilla, pero no puede hacerla germinar.
Tiene que depender de Dios, quien hace lo que ningún poder hu-
mano puede hacer. El Señor infunde su propio Espíritu en la semilla,
haciéndola brotar. Bajo su cuidado, el embrión brota a través de la
cáscara que lo encierra para desarrollarse y llevar fruto.
Al estudiar los niños el gran libro de texto de la naturaleza, Dios
impresionará sus mentes. Al relatárseles la obra que él realiza por
la semilla, ellos aprenden el secreto del crecimiento en la gracia.
Debidamente entendidas, estas lecciones apuntan hacia el Creador,
enseñándoles aquellas verdades sencillas y santas que acercan el
corazón a Dios.
Una lección de obediencia
Las leyes de Dios para la naturaleza son obedecidas por la natu-
raleza. Las nubes y los vendavales, el sol y las lloviznas, el rocío y la
lluvia, están bajo la supervisión de Dios y obedecen sus mandatos.
En obediencia a la ley de Dios, el brote del trigo se abre paso en
la tierra, “primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la
espiga”.
Marcos 4:28
. El fruto se ve por primera vez en forma de
capullo, y el Señor lo hace desarrollar en sazón porque no resiste su
obra. De la misma manera, las aves cumplen el propósito de Dios
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al hacer sus largas migraciones de país en país, guiadas a través del
espacio libre por la mano de un poder infinito,
¿Será que el hombre, hecho a la imagen de Dios, dotado de ra-
ciocinio y de habla, es el único que no muestra agradecimiento por
sus dones y que desobedece sus leyes? ¿Se contentarán aquellos que
pudieran ser realzados y ennoblecidos, capacitados para ser colabo-
radores suyos, con permanecer imperfectos de carácter y causar la