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Testimonios para la Iglesia, Tomo 8
Buscad la ayuda de Dios
Cooranbong, Australia,
8 de junio de 1898.
Hay veces que la verdad debe declararse, escuchen los hombres,
o no escuchen. Se deshonra grandemente a Dios cuando los que
profesan creer la verdad no logran congeniar entre ellos, y acuden
a los abogados. ¿No estudiaréis la Palabra de Dios y prestaréis
atención a la instrucción dada sobre este punto? Los intereses de la
causa de Dios no han de ser sometidos a los hombres que no tienen
ninguna conexión con el cielo.
Se me han presentado asuntos que han llenado mi alma de pro-
funda aflicción. Vi a hombres que iban asidos del brazo con los
abogados, pero Dios no los acompañaba. Tienen muchas ideas con-
cernientes a la obra de Dios y acuden a los abogados en busca de
ayuda para llevar a cabo sus planes. Se me ha encargado decir a los
tales que no están actuando bajo la inspiración del Espíritu de Dios.
“¿No hay Dios en Israel, que vais a consultar a Baal-zebub dios
de Ecrón?”.
2 Reyes 1:3
. Hombres en puestos de responsabilidad
se están uniendo con personas dentro y fuera de la iglesia cuyo
consejo es engañoso. ¿Será necesario que el Señor se acerque a
vosotros con una vara en la mano, para demostraros que necesitáis
una experiencia más elevada antes que podáis estar capacitados para
vincularos con la familia de lo alto? ¿Os vincularéis con hombres
que tienen la habilidad de acusar, de pensar y hablar mal de las cosas
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que Dios aprueba? En el nombre del Señor os digo que necesitáis
un discernimiento más iluminado y una visión espiritual más clara.
Si la luz que Dios os ha dado vez tras vez se hubiera seguido,
a saber, que los centros misioneros deben establecerse en diversas
ciudades, y que la labor y los recursos centralizados en Battle Creek
deben esparcirse y plantarse en muchos lugares, el presente estado
de confusión y de escasez de recursos nunca hubiera existido.
Los hombres radicados en Battle Creek no han hecho caso de
los consejos del Señor porque resultaba más conveniente para ellos
que la obra tuviera su centro allí. Dios los ha abandonado a los
resultados de su propia sabiduría humana, y el fruto de la misma se
está viendo en la presente confusión,