Llamamiento a los miembros de la iglesia
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que corren con paciencia recibirán una corona de vida cuyo brillo
jamás se empañará.
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Cultivad la calma y encomendad la protección de vuestras al-
mas a Dios como fiel Creador. El guardará lo que se encomienda a
su cuidado. A él no le agrada que cubramos su altar con nuestras
lágrimas y quejas. Ya tenemos suficientes motivos para alabar a
Dios, aunque no veamos otra alma convertirse. Pero la buena obra
continuará si proseguimos hacia adelante sin tratar de ajustarlo todo
a nuestras propias ideas. Que la paz de Dios reine en nuestros co-
razones, y mostrémonos agradecidos. Demos lugar para que Dios
trabaje. No obstruyamos su camino. El puede trabajar, y lo hará si
se lo permitimos.
* * * * *
Aunque hay que trazar planes extensos, también hay que tener
mucho cuidado de que la obra en cada ramo de la causa se mantenga
armoniosamente unida con la de los demás departamentos, para así
constituir un todo perfecto.
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