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Testimonios para la Iglesia, Tomo 9
grandes ciudades muchas almas preciosas que no se han inclinado
ante Baal, y también tiene a los que han adorado a Baal por falta de
conocimiento. La luz de la verdad debe brillar sobre ellos, para que
contemplen a Cristo como el camino, la luz y la vida.
Realizad vuestra obra con humildad. Nunca os pongáis por enci-
ma de la sencillez del Evangelio de Cristo. Encontraréis el éxito en
la ganancia de almas al destacar a Cristo, el Redentor que perdona
los pecados, y no en el arte de los efectos teatrales. A medida que
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trabajéis por Dios con humildad y mansedumbre, él se manifestará
a vosotros.
El ministro puede destacar la verdad con claridad y fuerza me-
diante el uso de ilustraciones, símbolos y representaciones de diver-
sas clases. Estos recursos son una ayuda y están en armonía con las
instrucciones de Dios. Pero cuando el obrero gasta tanto dinero en
sus campañas, que otros obreros no pueden obtener de la tesorería
recursos suficientes para sostenerlos en el campo de labor, no está
trabajando en armonía con el plan de Dios. La obra en las grandes
ciudades debe efectuarse de acuerdo con los métodos de Cristo y no
siguiendo el arte de las representaciones teatrales. No es la represen-
tación teatral lo que glorifica a Dios, sino la exposición de la verdad
en el amor de Cristo.
No despojéis la verdad de su dignidad y capacidad de impresio-
nar, al llevar a cabo actos preliminares que se rigen más por el arte
del mundo que por las instrucciones del Cielo. Haced comprender a
los oyentes que vuestras reuniones no tienen el propósito de encantar
sus sentidos con música y otros recursos, sino de predicar la verdad
en toda su solemnidad para que la reciban como una advertencia y
los despierte de su sueño mortal de la complacencia de sí mismos.
La verdad desnuda es lo que corta en dos sentidos como una espada
de dos filos. Eso es lo que despertará a los que están muertos en sus
pecados.
Aquel que dio su vida para salvar a los hombres y las mujeres
de la idolatría y la complacencia de sí mismos, dejó un ejemplo
que debe ser seguido por todos los que se dedican a la obra de
presentar el Evangelio a la gente. Los siervos de Dios han recibido
las verdades más solemnes para que las proclamen, y sus acciones,
métodos y planes deben adecuarse a la importancia de su mensaje.
Si presentáis la palabra siguiendo los métodos de Cristo, vuestro