Página 146 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 9 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 9
el orgullo y el egoísmo. Algunas veces están emocionados; pero
no caen sobre la Roca, Cristo Jesús. No vienen a Dios con corazo-
nes quebrantados por el arrepentimiento y la confesión. Aquellos
en quienes se produce una verdadera conversión manifestarán los
frutos del Espíritu en su vida. Pluguiese a Dios que aquellos que
tienen tan poca vida espiritual comprendieran que la vida eterna no
puede otorgarse sino a quienes han llegado a ser participantes de
la naturaleza divina, y han huido de la corrupción que reina en el
mundo por la concupiscencia.
Sólo el poder de Cristo puede obrar, en el corazón y la mente,
la transformación que deben experimentar todos los que quieran
participar con él de la nueva vida, en el reino de los cielos. “El
que no naciere otra vez -dice el Salvador-, no puede ver el reino de
Dios”.
Juan 3:3
. La religión proveniente de Dios es la única que
nos puede conducir a él. Para servirle convenientemente, es necesa-
rio haber nacido del Espíritu divino. Entonces seremos inducidos a
velar. Nuestros corazones serán purificados, nuestras mentes reno-
vadas, y recibiremos nuevas aptitudes para conocer y amar a Dios.
Obedeceremos espontáneamente a todos sus requerimientos. En eso
consiste el culto verdadero.
Dios exige que su pueblo progrese constantemente. Debemos
aprender que la satisfacción de nuestros apetitos es el mayor obstácu-
lo que se oponga a nuestro progreso intelectual y a la santificación
del alma. No obstante todo lo que profesamos en lo que concierne a
la reforma pro salud, algunos de entre nosotros se alimentan mal. El
halago de los apetitos es la causa principal de la debilidad física y
mental, del agotamiento y de las muertes prematuras. Toda persona
que busca la pureza de la mente debe recordar que en Cristo hay un
poder capaz de dominar los apetitos.
Los alimentos a base de carne
Si pudiese beneficiarnos el satisfacer nuestro deseo de comer
carne, no os dirigiría esta súplica; pero sé que ello es imposible.
Los alimentos preparados a base de carne perjudican la salud física,
y debemos aprender a vivir sin ellos. Los que están en situación
de poder seguir un régimen vegetariano, pero prefieren seguir sus
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propias inclinaciones en este asunto, comiendo y bebiendo como