Página 147 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 9 (1998)

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La fidelidad en la práctica de la reforma pro salud
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quieren, irán descuidando gradualmente la instrucción que el Señor
ha dado tocante a otras fases de la verdad presente, perderán su
percepción de lo que es verdad y segarán con toda seguridad lo que
hayan sembrado.
Se me ha mostrado que no debe servirse a los alumnos de nues-
tros colegios carne ni otros productos reconocidos como dañinos
para la salud. Ninguna cosa que pudiera despertar el apetito por lo
estimulante debe ser colocada sobre la mesa. Al decirlo, me dirijo
tanto a los jóvenes como a los adultos y a los ancianos. Absteneos
de las cosas que puedan dañaros. Servid al Señor con sacrificio.
Los niños deben participar con inteligencia en esta obra. Todos
somos miembros de la familia del Señor; y él quiere que sus hijos
ancianos y jóvenes resuelvan sacrificar sus apetitos y economizar el
dinero necesario para construir capillas y sostener a los misioneros.
Estoy comisionada para decir a los padres: Colocaos entera-
mente, alma y espíritu, del lado del Señor en este asunto. Debemos
recordar en estos días de prueba que estamos en juicio delante del
Señor del universo. ¿No renunciaréis a las costumbres que causan
daño? Las palabras valen poco; mostrad por vuestros actos de ab-
negación que queréis obedecer las órdenes que el Señor da a su
pueblo peculiar. Luego colocad en la tesorería una parte del dinero
economizado por medio de vuestro renunciamiento, y habrá recursos
para proseguir la obra de Dios.
Algunos piensan que no pueden vivir sin comer carne; pero si
quisieran ponerse de parte del Señor, decididos a andar resueltamen-
te en la senda en que él nos ha guiado, recibirían fuerza y sabiduría
como Daniel y sus compañeros. Dios les daría entendimiento sano.
Muchos se sorprenderían al ver cuánto podrían economizar para la
causa de Dios mediante actos de renunciamiento. Las pequeñas su-
mas ahorradas por actos de sacrificio contribuirán más para edificar
la causa de Dios que las donaciones cuantiosas que no son el fruto
de la abnegación.
Los adventistas del séptimo día transmiten verdades trascenden-
tales. Hace más de cuarenta años que el Señor nos dio luz especial
sobre la reforma pro salud; pero, ¿cómo seguimos en esa luz? ¡Cuán-
tos hay que han rehusado poner su vida en armonía con los consejos
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de Dios! Como pueblo, debiéramos realizar progresos proporcio-
nales a la luz que hemos recibido. Es deber nuestro comprender y