Página 18 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 9 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 9
“Tengo palabras de ánimo para vosotros, mis hermanos. Debe-
mos avanzar con fe y esperanza, aguardando grandes cosas de parte
de Dios. El enemigo procurará en toda forma posible estorbar los
esfuerzos que se realizan para hacer avanzar la verdad, pero po-
déis alcanzar el éxito con la fuerza del Señor. Que nadie pronuncie
palabras de desánimo, sino únicamente palabras que fortalezcan y
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sustenten a vuestros compañeros en la obra...
“Mi interés en la obra en general sigue siendo tan profundo como
siempre, y deseo intensamente que la causa de la verdad presente
progrese firmemente en todas partes del mundo...
“Oro fervientemente para que la obra que realizamos en este
momento se impresione profundamente en el corazón, la mente
y el alma. Aumentarán las dificultades, pero animémonos mutua-
mente como creyentes en Dios. No bajemos el estandarte, sino que
mantengámoslo en alto mientras contemplamos al que es autor y
consumador de nuestra fe. Cuando no puedo dormir en las noches,
elevo mi corazón en oración a Dios y él me fortalece y me da la se-
guridad de que está con sus siervos en este país y en países distantes.
Me siento animada y bendecida al comprender que el Dios de Israel
continúa conduciendo a su pueblo, y que proseguirá acompañándolo
hasta el mismo fin...
“El Señor desea ver que la obra de proclamar el mensaje del
tercer ángel prosiga cada vez con mayor eficiencia. Así como ha
obrado para dar victorias a su pueblo, también en esta época anhela
conducir sus planes y objetivos para su iglesia hasta una consuma-
ción triunfal. Ruega a sus santos creyentes que avancen en forma
unida, que experimenten cada vez mayor poder, que de la fe pasen a
una mayor seguridad y confianza en la verdad y justicia de su causa.
“Debemos permanecer firmes como una roca a los principios que
expresa la Palabra de Dios, y recordar que Dios está con nosotros pa-
ra concedernos poder a fin de hacer frente a cada nueva experiencia.
Mantengamos siempre en nuestras vidas los principios de justicia,
a fin de avanzar cada vez con mayor poder en el nombre del Señor.
Debemos considerar como un legado muy sagrado la fe que ha sido
substanciada por la instrucción y aprobada por el Espíritu de Dios
desde nuestras primeras experiencias hasta el momento presente.
Debemos considerar como un legado sagrado la obra que el Señor
ha estado llevando a cabo por medio de su pueblo que observa los