Página 203 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 9 (1998)

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La cuestión racial
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Existen leyes admirables que gobiernan el mundo de la natura-
leza, y las cosas espirituales están controladas por principios igual-
mente ciertos. Hay que emplear los medios necesarios para obtener
un fin si es que deseamos alcanzar los resultados deseados. Dios ha
dado a cada persona su obra en conformidad con sus habilidades.
Por medio de la educación y la práctica las personas quedarán califi-
cadas para satisfacer cualquier emergencia que pudiera presentarse;
y se necesita una planificación adecuada para colocar a cada uno
en el lugar debido, para que pueda obtener la experiencia que lo
capacitará para llevar responsabilidades.
Dios desea que nos ayudemos mutuamente mediante la manifes-
tación de simpatía y amor sin egoísmo. Hay quienes han heredado
rasgos, temperamentos y disposiciones anímicas peculiares. Puede
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resultar difícil tratar con ellos; ¿pero estamos nosotros sin falta?
No hay que desanimarlos. Sus errores no deben ser convertidos en
propiedad de todos. Cristo se compadece y ayuda a los que yerran
en el juicio. El sufrió la muerte por cada ser humano, y debido a esto
manifiesta un interés conmovedor y profundo en cada uno.
Una persona puede estar tratando de servir a Dios, pero puede
ser que se vea asaltada por tentaciones internas y externas. Satanás
y sus ángeles lo instan y tientan para que cometa transgresiones. Tal
vez caiga presa de sus tentaciones. ¿Cómo lo tratan sus hermanos?
¿Le hablan con aspereza y descomedimiento alejándolo así más aún
del Salvador? ¡Qué espectáculo triste para ser presenciado por Cristo
y sus ángeles!
Recordemos que estamos luchando y cayendo, fallando en pala-
bra y acción en representar a Cristo, fallando en levantarnos nueva-
mente, desalentándonos y esperando. Cuidemos de no actuar dura-
mente hacia quienes, lo mismo que nosotros, son objeto de tentación
y que, como nosotros, son el objeto del amor infalible de Cristo.
* * * * *
Dios trata con los hombres como seres responsables. Obrará
mediante su Espíritu por medio de la mente con que ha dotado a los
seres humanos, si éstos le dan la oportunidad de trabajar y reconocen
sus esfuerzos. Desea que cada uno emplee su mente y conciencia
por sí mismo. No es su intención que un hombre se convierta en la