Página 22 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 9 (1998)

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La crisis final
Estamos viviendo en el tiempo del fin. El presto cumplimiento
de las señales de los tiempos proclama la inminencia de la venida
de nuestro Señor. La época en que vivimos es importante y solemne.
El Espíritu de Dios se está retirando gradual pero ciertamente de la
tierra. Ya están cayendo juicios y plagas sobre los que menosprecian
la gracia de Dios. Las calamidades en tierra y mar, la inestabilidad
social, las amenazas de guerra, como portentosos presagios, anuncian
la proximidad de acontecimientos de la mayor gravedad.
Las agencias del mal se coligan y combinan fuerzas para la
gran crisis final. Grandes cambios están apunto de producirse en el
mundo, y los movimientos finales serán rápidos.
El estado actual de las cosas muestra que tiempos difíciles están
por sobrecogemos. Los diarios están llenos de alusiones referentes
a algún formidable conflicto que debe estallar dentro de poco. Son
siempre más frecuentes los audaces atentados contra la propiedad.
Las huelgas se han vuelto asunto común. Los robos y los homicidios
se multiplican. Hombres dominados por espíritus de demonios qui-
tan la vida a hombres, mujeres y niños. El vicio seduce a los seres
humanos y prevalece el mal en todas sus formas.
El enemigo ha logrado pervertir la justicia y llenar los corazones
de un deseo de ganancias egoístas. “La justicia se puso lejos: porque
la verdad tropezó en la plaza, y la equidad no pudo venir”.
Isaías
59:14
. Las grandes ciudades contienen multitudes indigentes, priva-
das casi por completo de alimentos, ropas y albergue, entretanto que
en las mismas ciudades se encuentran personas que tienen más de lo
que el corazón puede desear, que viven en el lujo, gastando su dinero
en casas ricamente amuebladas y en el adorno de sus personas, o
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lo que es peor aún, en golosinas, licores, tabaco y otras cosas que
tienden a destruir las facultades intelectuales, perturbar la mente y
degradar el alma. El clamor de las multitudes que mueren de ina-
nición sube a Dios, mientras algunos hombres acumulan fortunas
colosales por medio de toda clase de opresiones y extorsiones.
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