Página 228 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 9 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 9
evitar que la obra se haga en forma descuidada y se cometan errores,
ha presentado claramente cuál es nuestro deber en relación con estos
puntos. La porción que Dios se ha reservado no debe desviarse para
ningún otro propósito que no sea el que él ha especificado. Que nadie
se sienta con derecho a retener el diezmo para usarlo de acuerdo
con su propio juicio. No deben usarlo con fines personales en caso
de una emergencia, ni dedicarlo a un fin específico, aun en lo que
consideren que es la obra del Señor.
El ministro, por medio de la palabra y el ejemplo, debe enseñar a
la gente a considerar el diezmo como algo sagrado. No debe pensar
que, por ser ministro, puede retener el diezmo y usarlo siguiendo los
dictados de su juicio personal. No le pertenece. No puede tomarse la
libertad de dedicar para sí mismo lo que piensa que le corresponde.
No debe apoyar ningún plan para desviar de su uso legítimo el uso
de los diezmos y las ofrendas que han sido dedicados a Dios. Deben
colocarse en su tesorería y destinarse para su servicio, tal como él lo
ha establecido.
Dios desea que sus mayordomos sigan con exactitud las disposi-
ciones divinas. No deben desvirtuar los planes de Dios efectuando
alguna obra de caridad, haciendo una donación o dando una ofren-
da cuando ellos, los agentes humanos, lo vean conveniente. Es un
procedimiento muy pobre intentar mejorar los planes de Dios e in-
ventar un substituto, y luego promediar las donaciones hechas como
resultado de buenos impulsos ocasionales y compararlas con los
requerimientos del Señor. Dios pide que todos respeten sus disposi-
ciones. Ha dado a conocer su plan, y todos los que colaboran con él
deben promover ese plan en lugar de atreverse a tratar de mejorarlo.
El Señor instruyó a Moisés: “Y mandarás a los hijos de Israel
que te traigan aceite puro de olivas machacadas, para el alumbrado,
para hacer arder continuamente las lámparas”.
Éxodo 27:20
. Esta
debía ser una ofrenda continua, para que la casa de Dios estuviera
debidamente provista con lo que se necesitaba para su servicio.
Su pueblo de la actualidad debe recordar que la casa de culto es
propiedad del Señor y que se debe cuidar escrupulosamente. Pero
los fondos para este fin no deben proceder del diezmo.
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Se me ha dado un mensaje muy claro y definido para nuestro
pueblo. Se me ha pedido que les diga que están cometiendo un error
al aplicar el diezmo a diversos objetivos que, aunque son buenos en