Página 234 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 9 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 9
algunos salen al campo a predicar, otros le obedecen sosteniendo su
obra en la tierra por medio de sus ofrendas. El ha puesto recursos
en las manos de los hombres, para que sus dones fluyan por canales
humanos al cumplir la obra que nos ha asignado en lo que se refiere
a salvar a nuestros semejantes. Este es uno de los medios por los
cuales Dios eleva al hombre. Es exactamente la obra que conviene a
éste; porque despierta en su corazón las simpatías más profundas y
le mueve a ejercitar las más altas facultades de la mente.
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Todas las cosas buenas de la tierra fueron colocadas aquí por
la mano generosa de Dios, y son la expresión de su amor para con
el hombre. Los pobres le pertenecen y la causa de la religión es
suya. El oro y la plata pertenecen al Señor; él podría, si quisiera,
hacerlos llover del cielo. Pero ha preferido hacer del hombre su
mayordomo, confiándole bienes, no para que los vaya acumulando,
sino para que los emplee haciendo bien a otros. Hace así del hombre
su intermediario para distribuir sus bendiciones en la tierra. Dios
ha establecido el sistema de la beneficencia para que el hombre
pueda llega a ser semejante a su Creador, de carácter generoso y
desinteresado y para que al fin pueda participar con Cristo de una
eterna y gloriosa recompensa.
Encuentro junto a la cruz
El amor que tuvo su expresión en el Calvario debiera ser reani-
mado, fortalecido y difundido en nuestras iglesias. ¿No haremos
todo lo que está a nuestro alcance para fortalecer los principios que
Cristo comunicó a este mundo? ¿No nos esforzaremos por establecer
y desarrollar las empresas de beneficencia que necesitamos sin más
demora? Al contemplar al Príncipe del cielo muriendo en la cruz
por vosotros, ¿podéis cerrar vuestro corazón, diciendo: “No, nada
tengo para dar”?
Los que creen en Cristo deben perpetuar su amor. Este amor
debe atraerlos y reunirlos en derredor de la cruz. Debe despojarlos
de todo egoísmo y unirlos a Dios y entre sí.
Juntaos alrededor de la cruz del Calvario, dominados por un
espíritu de sacrificio y de completa abnegación. Dios os bendecirá
si hacéis lo mejor que podéis. Al acercaros al trono de la gracia y al
veros ligados a él por la cadena de oro que baja del cielo a la tierra