Página 24 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 9 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 9
Raros son, aun entre los educadores y los gobernantes, quienes
perciben las causas reales de la actual situación de la sociedad.
Aquellos que tienen en sus manos las riendas del poder son incapaces
de resolver el problema de la corrupción moral, del pauperismo y
el crimen, que aumentan constantemente. En vano se esfuerzan por
dar a los asuntos comerciales una base más segura. Si los hombres
quisieran prestar más atención a las enseñanzas de la palabra de
Dios, hallarían la solución de los problemas que los preocupan.
Las Escrituras describen la condición del mundo inmediatamente
antes de la segunda venida de Cristo. He aquí lo que está escrito
tocante a los hombres que acumulan con fraude sus grandes riquezas:
“Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra
vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis
acumulado tesoros para los días postreros. He aquí, clama el jornal
de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño
no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores de los que habían
segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos. Habéis
vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis engordado
vuestros corazones como en día de matanza. Habéis condenado y
dado muerte al justo, y él no os hace resistencia”.
Santiago 5:3-6
.
Mas, ¿quién reconoce las advertencias dadas por las señales
de los tiempos que se suceden con tanta rapidez? ¿Qué impresión
hacen a los mundanos? ¿Qué cambios podemos ver en su actitud?
Su actitud no se diferencia de la de los antediluvianos. Absortos en
sus negocios y en los deleites mundanos, los contemporáneos de
Noé “no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos”.
Mateo 24:39
. Recibieron advertencias celestiales, pero rehusaron!
escuchar. Asimismo hoy el mundo, sin prestar atención alguna a las
amonestaciones de Dios, se precipita hacia la ruina eterna.
Un espíritu belicoso agita al mundo. La profecía contenida en
el undécimo capítulo del libro de Daniel, está casi completamente
cumplida. Muy pronto se cumplirán las escenas de angustia descritas
por el profeta.
[14]
“He aquí que Jehová vacía la tierra y la desnuda, y trastorna
su faz, y hace esparcir a sus moradores... Porque traspasaron las
leyes, falsearon el derecho, quebrantaron el pacto sempiterno. Por
esta causa la maldición consumió la tierra, y sus moradores fueron
asolados; por esta causa fueron consumidos los habitantes de la