Página 86 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 9 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 9
Hermanos y hermanas, no nos cansemos de hacer el bien. Cristo,
durante su ministerio terrenal, viajó a pie de un lugar a otro. Fatigado,
como muchas veces estaba, con su naturaleza humana sobrecargada
hasta el máximo, no vaciló en sanar a todos los que se le acercaban y
en enseñarles el camino hacia la vida eterna. Aunque con frecuencia
se encontraba físicamente exhausto, no abandonó su obra. Había
un mundo que debía salvar. Realizó todo sacrificio posible a fin de
hacer brillar la luz y la verdad.
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El Señor Dios de Israel desea que nos vinculemos con él en santa
unión y que pongamos en ejercicio la fe viva que obra por amor
y purifica el alma. El desea que formemos un cuerpo de obreros
dotados de adaptabilidad para su servicio, y a los tales les promete
poder para ganar una gloriosa victoria para él.
Sanatorio, California,
10 de julio de 1908.
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Los dirigentes de cualquier parte de la solemne obra del último
mensaje evangélico, deben cultivar y mantener conceptos e ideas
amplios. Todos tienen el privilegio de llevar en la obra evangélica
responsabilidades que los conviertan en dirigentes competentes en
la escuela de Cristo. Los seguidores profesos de Cristo no deben
dejarse conducir por los dictados de su voluntad personal; su mente
debe ser adiestrada para pensar los pensamientos de Cristo e ilumi-
nada para comprender la voluntad y los métodos de Dios. Esta clase
de creyentes practicará los métodos de trabajo utilizados por Cristo.
Nuestros hermanos no debieran olvidar que la sabiduría de Dios
ha hecho provisión para nuestros colegios en una forma que aca-
rreará bendición a todos los que participen en la empresa. El libro
Palabras de vida del Gran Maestro
se donó a la obra educativa,
para que los alumnos y amigos de los colegios pudieran distribuirlo
a fin de reunir una parte considerable de los recursos necesarios
para pagar la deuda de estas instituciones. Pero este plan no se ha
presentado a nuestros colegios en la forma debida; los profesores y
alumnos no han sido preparados a fin de distribuirlos animosamente
en beneficio de la obra educativa.